Un joven y largirucho muchacho con gafas

Un joven y largirucho muchacho con gafas

24/02/2020 0

El joven George vivía con su familia en Joliet, un barrio de las afueras de Chicago para gente trabajadora. El hogar familiar estaba conectado con la taberna que regentaba la familia Mikan, de descendencia croata.

A los doce años empezó a jugar a baloncesto con su hermano Joe. Ninguno de los dos tenía nociones ni vastos conocimientos del juego ni de sus reglas, hecho que no impidió que pasaran interminables horas jugando el uno contra el otro. Por aquella época ambos ya destacaban del resto de muchachos de su edad por su altura.

Fue entonces cuando tuvo lugar un incidente de relativa importancia en el futuro de George. Ocurrió mientras su hermano Joe tallaba un trozo de madera con un cuchillo. Estaban en la cocina de la taberna, cuando Joe hundió demasiado el cuchillo en la talla de madera. Al sacar el cuchillo, una astilla de dimensiones considerables salió despedida incrustándose en el ojo izquierdo de George al lado de su nariz. Los gritos atrajeron a sus padres. Cuando entraron en la cocina, se encontraron el cuchillo y la talla de madera en el suelo, Joe sumido en un ataque de nervios, y George cubriéndose su ojo izquierdo ensangrentado.

Los Mikan se desplazaron hasta la consulta del médico de familia más cercano. El doctor suturó la herida en una primera intervención. Más tarde en un análisis posterior se descubrió que George había sufrido daños en el nervio ocular. Aquel incidente fue mermando su capacidad visual, y le fue prescrito la utilización de anteojos. Probablemente con el tiempo George habría heredado también la miopía de su padre, pero aquel incidente adelantó los acontecimientos. Cualquiera que fuera la razón, aquellas gafas de gruesas lentes se convirtieron en las señas de identidad de George Lawrence Mikan Jr.

Mikan odiaba usar aquellas gafas. Cuando empezó a jugar a baloncesto con el equipo del colegio, llevaba aquellas gafas fuertemente sujetadas a la parte posterior de su cabeza para evitar que salieran volando por los aires, cosa que sucedía habitualmente. En otras ocasiones los codos producirían la rotura de las lentes ocasionándole cortes. Siempre llevaba un par de gafas de repuesto a los partidos. Las consecuencias de utilizar gafas no acababan ahí. El sudor las empañaría a menudo, y las gotas de agua dificultarían su visión los días de lluvia. Para George era como conducir un vehículo sin parabrisasbajo una tormenta. Los rivales se quejaban a menudo de las interrupciones que sufrían los partidos para que pudiera desempañar las gafas o secarlas.

El utilizar gafas en aquellos tiempos era visto como una tara física de la que el resto de niños podía utilizar para burlarse de él. A ello había que sumar su altura, otra característica por la que solía recibir comentarios ofensivos. George decidió quitárselas para evitar el escarnio de sus compañeros.

 

 

Cuando empezó la escuela secundaria, intentó formar parte del equipo de baloncesto. Mikan fue pasando corte tras corte hasta llegar al último entrenamiento. En entrenador debía descartar a dos jugadores para quedarse con 12. En una charla dada por el entrenador antes de la prueba, éste interpretó un gesto de Mikan intentando enfocar bien su vista como una falta de respeto. El joven George se disculpó diciendo que su gesto se debía a que no llevaba encima sus lentes. El entrenador concluyó que no se podía jugar a baloncesto con gafas, y George vio como acababa su aventura prematuramente. Fue un duro golpe para él.

La vida de un adolescente entre clases particulares, las tareas de secundaria y las obligaciones familiares para ayudar en la taberna, era como una espiral rutinaria, donde la única vía de escape, que era el baloncesto, le había sido arrebatada. Un sacerdote cercano a la familia Mikan, sugirió a su madre la posibilidad de que asistiera al seminario de Archbishop Quigley Preparatory. El seminario había establecido un fondo de becas del que Mikan se beneficiaría.

Mikan aprovechó la oportunidad para unirse a la CYO (Catholic Young Organization) League, una liga juvenil y así retomar la práctica del baloncesto. Era un modesto torneo organizado por alumnos de los seminarios y centros religiosos del estado de Illinois. Tomó parte en aquella aventura junto con su hermano formando un gran juego interior. En aquel torneo se produjo el segundo de los incidentes que pudieron costarle su carrera. En uno de los partidos un jugador rival cayó sobre una de sus piernas, fracturándola.

Tras recoger a sus padres, uno de los responsables del equipo, recorrió el área local durante la noche buscando un médico que pudiera enyesarle. A la mañana siguiente fue llevado al hospital donde permanecería ingresado durante dos semanas. La rehabilitación duró varios meses, pero aquel proceso lejos de minar su moral, reforzó su determinación de seguir jugando.

Un físico como el de Mikan no iba a pasar desapercibido durante mucho tiempo, y recibió una invitación del entrenador del equipo del seminario para formar parte del mismo. Mikan accedió pero puso dos condiciones. La primera debería tener permiso para usar gafas, y la segunda quería estar una temporada en reposo para recuperarse totalmente de la lesión. Eso significaría perderse un año entero de competición. El entrenador estuvo de acuerdo.

Mikan no empezó a jugar en el equipo de High School hasta su año senior. Una vez recuperado su equipo se benefició enormemente de su altura (durante el periodo de rehabilitación creció 20 cm.) y de la anormal coordinación que poseía alguien de su tamaño. En uno de los partidos Quigley se enfrentaba a uno de los equipos más fuertes del estado, St. Leo’s. Paul Mattei, máximo responsable del departamento de deportes de la universidad de De Paul, acudió para seguir a uno de los jugadores de St. Leo’s, pero no pudo evitar fijarse en aquel joven y largirucho muchacho con gafas. Mikan anotó 24 puntos mostrándose muy superior a sus rivales, y su equipo ganó el partido.

Tras el partido Matteo se acercó a Mikan y le ofreció una beca de estudios si decidía ir a DePaul. Mikan aceptó la oferta, pero sin contar nada a sus padres. Aceptar la proposición de DePaul suponía no continuar en el seminario tras los estudios de High School. No quería decepcionar a sus padres así que lo mantuvo oculto, al fin y al cabo, no supondría ningún desembolso económico para la familia.

George Mikan se matriculó en DePaul y comenzó a jugar con el equipo de baloncesto en 1942. Mikan había optado por una huida hacia adelante al no contarle a sus padres la verdad. Nunca se planteó hasta cuándo podría continuar guardando aquel secreto, hasta que una mañana de otoño de 1942, su padre leyó un artículo de la sección de deportes del Chicago Tribune y comentó en voz alta:

“Es curioso, no sabía que teníamos parientes en Chicago. Hay un George Mikan jugando en la universidad de De Paul”.

George se derrumbó y confesó la verdad, de como aceptó la oferta de De Paul y como se había matriculado en la facultad de derecho. A pesar del engaño, no hubo represalias, DePaul era un prestigiosa universidad de carácter religioso y la carrera de abogado era una carrera honorable dentro del contexto de la época.

Así fue como despegó la carrera de un joven y largirucho muchacho con gafas de Joliet, Illinois.

 

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Oscar Villares
Redactor de NBA.
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