Opinión | Sin noticias de Draymond Green
Llevamos un mes de competición y lo que parecía una mala pesadilla va confirmándose poco a poco: Golden State Warriors van afianzándose como el peor equipo de la NBA. La mudanza a San Francisco no parece haber traído suerte a la franquicia ya que, entre la salida de Durant rumbo a Brooklyn, la lesión de Klay Thompson en el último partido de las finales del año pasado, la fractura en la mano izquierda de Curry en el arranque de esta temporada, nada parece salir bien en los Warriors.
En estos momentos es cuando se ve realmente de qué pasta están hechos los jugadores. Cuando todo sale bien y va a favor de corriente, todo el mundo parece bueno. Es en los malos momentos cuando se ve quién saca lo mejor de sí mismo para tratar de revertir la situación y quién se abandona en espera de tiempos mejores.
Ahora es cuando mi mirada se posa en Draymond Green. El tipo más duro de la NBA. El que muchos señalaban como el ingrediente secreto del vestuario de los Warriors que conseguía que todo el mundo estuviera concentrado y lo diera todo en la cancha porque si no Green iba a darte una buena reprimenda con el visto bueno de equipo técnico y jugadores. El amo del vestuario. El némesis del equipo rival. El heredero del juego subterráneo de los Bad Boys de los 80 tan necesario en un equipo de bailarinas como los Warriors. El jugador al que había que cortar una pierna o sancionarle para impedir que se vistiera de corto porque todos los partidos eran una final para él (siempre ha dicho que desde que fue elegido en segunda ronda del draft se iba a encargar de que los otros 29 equipos se arrepintieran todos los días por haberle dejado pasar).
¿No es ahora cuando más falta hace Green?, yo creo que sí pero no hay noticias de él. Ni en los medios (siempre había declaraciones suyas de todo tipo) ni en la cancha. Un día es un dolor de espalda, otro día es un dolor en la cadera… el caso es que se ha perdido 7 de los 17 partidos de lo que va de temporada por problemas físicos que en otros tiempos más favorables, seguro que no le habrían impedido vestirse de corto.
El baloncesto es un deporte de contacto. Me encantan los jugadores que juegan al límite y lo dan todo en cada jugada, sobre todo los que tienen menos recursos técnicos pero los suplen con una entrega fuera de lo normal en cada balón. Hablo de jugadores como Marcus Smart, Serge Ibaka, Steven Adams, P.J. Tucker o Aaron Baynes por ejemplo. Jugadores muy duros pero deportivos. Draymond Green, en cambio, siempre me ha parecido un jugador que se aprovechaba del equipo en el que jugaba para cruzar las líneas rojas del comportamiento deportivo. Estaba amparado en un equipo que todos admirábamos por las actuaciones extraterrestres de Curry, Thompson y Durant. Green eligió interpretar el papel de matón cuando, personalmente, considero no hacía falta. No era necesario ese trash-talking exagerado, ese saltar soltando la pierna con lo que impactaba más de una y de dos veces en el rival (fue sancionado por este motivo), esa gesticulación fuera de lo normal, esas declaraciones en los medios señalando a compañeros, rivales o retando al famoso de turno delante de las cámaras.
¿Dónde queda todo eso ahora que vienen mal dadas?
¿No debería un jugador de raza, de carácter como Draymond Green estar en la cancha motivando y exigiendo a sus compañeros defender la camiseta de los Warriors con la última gota de su sangre?, ¿no debería estar en los medios diciendo que la temporada no ha acabado y que le darán la vuelta a la situación?
En el deporte y en la vida hay que estar a las duras y a las maduras. Si eliges el papel de matón, tienes que serlo también cuando vienen mal dadas y, aunque mi artículo de opinión le suene a más de uno como algo revanchista por la difícil temporada que están atravesando los Warriors debido a muy mala suerte con las lesiones, no quería dejar pasar la oportunidad de señalar que ahora es cuando hay que tirar del carro Draymond Green, ahora. No cuando Curry, Thompson y Durant anotan 90 puntos entre los tres.
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