Anthony Edwards, el compromiso adquirido para convertirse en una estrella
“Jugar en tu estado natal, delante de tus amigos y familia es como un sueño hecho realidad”
Así se sentía Anthony Edwards cuando jugaba para la universidad de Georgia. Edwards nació en Atlanta en agosto de 2001. Fue apodado ‘Ant Man’ por su padre cuando era un niño. Se inició en el baloncesto jugando con sus hermanos en el patio trasero de su abuela en el que las ramas de los árboles obligaban a los muchachos a lanzar a canasta con ángulos inverosímiles. El baloncesto no fue su primera pasión, lo fue el football, el pasatiempo favorito de los aficionados sureños de Georgia.
Aprendió el verdadero valor de la familia cuando en octavo grado perdió a su madre y a su abuela en el periodo de un mes. Anthony recuerda con cariño los viajes en al asiento trasero de la camioneta de su abuela, cuando iban una vez por semana a cenar al Golden Corral, su restaurante de buffet favorito. Tan pronto cogían una mesa, Anthony se lanzaba a por su combinación favorita: bistec, pollo con arroz y helado. Después regresaban a la casa de su abuela, que se había convertido en su residencia después de que a su madre se le diagnosticara un cáncer de ovarios. Eran días inciertos pero felices, porque todavía estaban juntos, sus hermanos, su madre y su abuela. Su padre hacía varios años que había dejado de formar parte de la vida de Anthony y su familia.
“Perdí a las dos personas más importantes de mi vida, mi madre y mi abuela, que era la columna vertebral de la familia, la que pagaba las facturas y traía comida cuando faltaba dinero en casa”.
Empezó a usar el dorsal número 5 porque su madre y su abuela fallecieron en ese día del mes. A pesar de la terrible pérdida, tomó la determinación de canalizar todas sus emociones y volcarlas en el baloncesto centrando todos sus esfuerzos en desarrollar su juego.
Jugando un torneo de football se fracturó el tobillo. Se perdió la temporada de baloncesto en octavo grado. Cuando por fin se recuperó de su lesión, su pierna sana se había fortalecido más que la otra y le ayudó a impulsarse en el salto, aumentando de esta manera su capacidad. El día que logró realizar un mate por primera vez decidió que dejaría el football y se decantaría por el baloncesto. Fue poco antes de la muerte de su madre y de su abuela (ambas por cáncer). Todavía recuerda la noche en la que pintó en las paredes de su dormitorio con un rotulador negro ‘Futuro McDonald’s All American, futuro jugador NBA’. Su abuela montó en cólera al ver las pintadas, pero el enfado apenas duró unos minutos..
“Te estás fijando metas, muchacho, Espero que las logres”, fue la reacción posterior de su abuela.
Su hermana Antoinette y su hermano Antoine se hicieron cargo de su custodia legal. Ambos guiaron a Anthony por un camino recto y se convirtieron en un modelo de comportamiento a imitar. Los primeros momentos de la vida Edwards tras la muerte de su madre y de su abuela no fueron nada fáciles, con constantes mudanzas de una casa a otra. Aquella tragedia hizo de Edwars una persona tremendamente reservada y celosa de su intimidad. Ese mismo verano, su tío le presentó a Justin Holland un exjugador de la pequeña universidad de Liberty Flames. Holland había trabajado con varios prospectos de jugadores. Tras el primer entrenamiento que realizó con él, quiso abandonar. Poco a poco se fue acostumbrando a sus métodos y se hizo adicto a la rutina de trabajo. Fue transferido a Holy Spirit Prep, donde anotó 22.5 puntos por partido y llevó a su equipo al título estatal. Después de aquello Holland se convirtió en su protector durante la adolescencia. Al año siguiente sus medias llegaron a 25.7 pts y 9.6 reb.
Tom Crean, entrenador de Georgia, no tuvo que esforzarse mucho para convencer a Edwards, pero aún así utilizó la baza del modelo a seguir. Si Edwards permanecía en Georgia y se labraba un camino a la NBA serviría como referencia para todos los jóvenes jugadores que terminan por abandonar el estado para jugar en otros centros.
“Espero poder inspirar a otros niños para que se queden en Georgia y no se muden a jugar en universidades de otros estados. Lo único que necesitas para cumplir tus sueños es quedarte y trabajar duro”
Por eso cuando llegó el momento de elegir un destino universitario no tuvo ninguna duda a pesar de haber recibido ofertas de grandes centros de todo el país. Edwards decidió permanecer cerca de casa, para tener cerca a su familia. La universidad de Georgia fue su elección final, una parada a 75 minutos de su hogar, descartando en última instancia a la universidad de Kentucky.
“La familia es lo más importante para mí por todo lo que pasó”, dijo Edwards. “Sea lo que sea lo que mi familia necesite, siento que debo estar allí para ellos. No tengo que ir a Duke o Kentucky. Puedo ir a Georgia, quedarme en el estado y construir mi futuro aquí. Además mi hermana está embarazada y quiero ver nacer y crecer a mi sobrino”
Cuando llegó a la universidad de Georgia sorprendió a todos por su explosividad. En sus dos primeros meses mejoró dos pulgadas su capacidad de salto.
“Tiene madera de jugador profesional. Tiene habilidad para anotar, capacidad atlética, puede defender. Cuando le ves moverse por la cancha no tienes ninguna duda que su sitio está en la NBA. Pero su punto fuerte es la ética de trabajo“, comentaba un scout NBA. Y es que no era nada raro ver a Edwards entrenar a las 7 de la mañana en las instalaciones de los Bulldogs o incluso a medianoche trabajando en perfeccionar su juego. Edwards demostró un alto grado de responsabilidad y compromiso, adquiridos después de la terrible experiencia de la muerte de sus seres más queridos.
Sean Hayes preparador físico con los Bulldogs, que tenía experiencia trabajando con profesionales en la NFL, estaba asombrado de las capacidades físicas de Edwards y de su resistencia. Era una rata de gimnasio. Sin embargo durante su único año en Georgia no logró alcanzar una regularidad en su rendimiento. Alternaba actuaciones como los 31 puntos en un periodo de 16 minutos de la segunda parte en el partido contra Michigan State para remontar una diferencia de 21 puntos, con partidos en los que no llegaba a la decena de puntos. Tramos de la temporada en los que totalizaba 43 rebotes en 4 partidos (una buena cantidad para un escolta de su estatura) con otros en los que apenas llegaba a la docena en el mismo número de encuentros. Defensivamente cuenta con todas las herramientas para ser un buen defensor pero demuestra demasiadas lagunas de concentración.
Tom Crean que tuvo bajo sus órdenes a Dwayne Wade y Victor Oladipo, comentaba que Edwards al igual que ellos es lo que él llama una ‘old soul’, un jugador con la disposición para ser entrenado en cualquier faceta del juego.
“Es muy inteligente y aprende rápido. Podría ser un buen defensor e incluso ser nominado algún día para un all defensive team. Que va a ser All Star no me cabe ninguna duda. Pero para que todo esto se haga realidad es fundamental que encuentre la figura de un veterano que le guíe en estos primeros pasos. Estos meses serán cruciales para él”.
De momento esta figura de la que hablaba Crean, parece haberla encontrado en la persona de Ricky Rubio, de quien Edwards ha hablado maravillas acerca de cómo le ha venido aconsejando.
Como todos los jugadores de su promoción, su preparación en las semanas antes del draft fue atípica, en el contexto de una pandemia. Un draft que se retrasó hasta en dos ocasiones. El aspecto psicológico jugó un papel fundamental en esas circunstancias. Estudió concienzudamente vídeos de Kyrie Irving y James Harden para incorporar algunos de sus movimientos a su repertorio. Aparte de una rata de gimnasio también es un estudioso del juego. También confesó haber estudiado a Chris Paul para fijarse en la capacidad del base para lanzar por encima de jugadores más altos que él. Edwards es consciente que en su posición hoy en día, es superado en estatura por muchos escoltas en la liga y se anticipa a lo que va a encontrarse noche tras noche. Ese compromiso por mejorar que adquirió cuando perdió a su madre y su abuela se ve reflejado en el día a día y en el trabajo que desarrolla. No quiere que la gente se compadezca de él, sólo quiere ser reconocido como un buen jugador.
El destino le llevó a las antípodas climáticas y sociales de Georgia como es el estado de Minnesota. Tarde o temprano Anthony sabía que tendría que abandonar su estado natal. Sus inicios como profesional han sido irregulares, al igual que la marcha de los Timberwolves cuya nave viaja sin rumbo en el océano de la NBA desde hace unos cuantos años. A pesar de que lidera a los rookies en anotación, se ha mostrado inconsistente en el tiro, apartado en el que se encuentra por debajo del 40% de acierto.
En las dos últimas semanas parece haberse asentado, coincidiendo con la llegada al banquillo de Chris Finch en sustitución de Ryan Saunders. Con Finch en la banda sus promedios han aumentado hasta los 24.9 pts y 6.2 reb frente a los 14.3 y 3.7 que promediaba con Saunders. A pesar de este incremento anotador todavía tiene que mejorar sus porcentajes. Pero eso es algo que no preocupa de momento en Minnesota. Saben que Edwards es un diamante en bruto que debe ser pulido. Nadie duda de su potencial, y en los Timberwolves hay otros asuntos que deben ser atendidos con más urgencia. Los aficionados de los Wolves están ante su última oportunidad de construir un equipo que compita, uniendo el talento de Edwards con el del recién reaparecido Karl Anthony Towns.
Edwards está construyendo su propio camino. Con el sueldo que cobrará como profesional anhela algún día comprar aquella casa en Lockwood Drive donde vivía con su familia, y cuidar de los suyos. Todavía conserva algunas imágenes en vídeo de cuando jugaba a football en las que su madre llamaba la atención en las gradas por su efusividad al animar a su hijo, son momentos que no quiere que caigan en el olvido, porque es el motor que le empuja a querer mejorar cada día.
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