La persona detrás del monstruo

La persona detrás del monstruo

17/02/2021 0

La temporada pasada sucedió una pelea durante un partido entre Karl-Anthony Towns y Joel Embiid que ha sido saldada por la NBA con dos partidos de sanción para cada jugador. Fue ver aquellas imágenes y empezaron los debates entre los fans veteranos y los más jóvenes sobre si eso no era una pelea, si en los 80 sucedían cosas peores y nadie se llevaba las manos a la cabeza, sobre qué jugadores eran los más duros de entonces y cómo encajarían en la NBA de ahora, que hoy los árbitros lo pitan todo mientras que antes nadie se atrevía a cruzar la zona si estaba éste o aquel jugador…

Nombres de los 80 y 90 como los de Charles Oakley, Ricky Mahorn, Charles Barkley, Dennis Rodman o Xavier McDaniel salieron a la palestra, pero al final, los que vivimos aquellos años siempre terminamos en la misma persona. Por diferentes motivos, cuando se habla de cuál era el más duro, del equipo más duro, en la época más dura en la historia de la NBA siempre sale el mismo jugador: Bill Laimbeer.

Los que no le visteis jugar, podéis haceros una idea de cómo lo hacía viendo el siguiente vídeo. En él podéis ver la cara y la cruz de un jugador inolvidable.

La opinión de los que le sufrieron

Los Detroit Pistons fueron los abanderados del juego físico en los 80. Tenían calidad, por supuesto que la tenían. Si no, no hubieran ganado dos anillos coexistiendo con los Celtics de Larry Bird y los emergentes Bulls de Michael Jordan, pero si les llamaban los ‘Bad Boys’ era por algo. En una época en la que se jugaba debajo de la canasta y se permitía mucho más contacto físico que ahora, los Pistons eran el equipo más temido de la liga.

Bill Walton: “¿Quieres que diga algo de Laimbeer, no?, de acuerdo, pero no puedes escribirlo.”

Robert Parish: “De pequeño me enseñaron que si no tienes algo bueno sobre alguien, mejor no digas nada. No voy a decir nada.”

Larry Bird: “Es el peor jugador al que me he enfrentado. Otros jugadores eran duros, te pegabas con ellos, pero no pasaba de ahí. Laimbeer era sucio, el quería lesionarte.”

Sidney Moncrief: “No quiero hablar de él. Es un llorica. No para de fingir.”

Isiah Thomas: “Si no conociera a Bill como lo conozco, seguramente tampoco me gustaría.”

Los sorprendentes orígenes de la bestia

Con esas opiniones, lo más normal es que uno piense que Laimbeer había nacido en un barrio marginal. Al ser blanco seguramente lo hubiera pasado muy mal en las canchas de baloncesto del barrio donde seguramente muchos jugadores mayores que él y de raza negra le habría dado jarabe de palo curtiendo su carácter… la típica historia…

Pues no, para nada. Laimbeer provenía de una familia más que acomodada. Su padre, William Laimbeer Sr., era alto directivo de una de las empresas de envases de cristal más potentes del mundo, la Owens-Illinois Inc. De hecho, una de las frases más famosas de Laimbeer era “soy único jugador de la NBA que gana menos dinero que su padre“. Genio y figura.

Laimbeer nació en Massachusetts, vivió parte de su infancia en Chicago y fue al instituto en California. Allí descubrió el baloncesto, en la Palos Verdes High School, una zona más que acomodada al sur de Los Ángeles. La zona de playa a continuación de la famosa Long Beach.

De ahí aterrizó en la Universidad de Notre Dame donde en su primer año coincidió con Adrian Dantley. Luego en su tercer y cuarto año compartió equipo con Orlando Woolridge y Kelly Tripucka. Los Fighting Irish de Notre Dame fueron un equipo a temer. Su techo fue caer en las semifinales de 1978 ante Duke.

Un año en Italia antes de hacerse un hueco en la NBA

Los promedios de Laimbeer en la NCAA no eran para lanzar cohetes… 7.6 puntos y 6.4 rebotes no llamaban demasiado la atención así que el pívot, que quería seguir jugando al baloncesto porque había descubierto que era adicto a competir, le dijo a su agente que le buscara un equipo en Europa ya que era difícil que una franquicia de la NBA se fijara en él.

Firmó una temporada con el Pinti Inox Brescia, un recién ascendido a la A1 italiana rechazando ofertas de otros clubes entre los que destacaba el F.C. Barcelona.

Pese a irse a Italia, los Cavs eligieron a Laimbeer en la posición #65, en tercera ronda del draft de 1979. En aquellos años los Cavs eran, de lejos, la peor franquicia de la liga, pero volvamos a Italia. En el Brescia, Laimbeer hizo pareja con otro viejo conocido de la afición española, Marc Iavaroni, y promedió unos magníficos 21.1 puntos, 12.5 rebotes y 1.1 tapones. El equipo llegó a clasificarse para los playoffs haciendo un buen papel. Pero la NBA llamaba a su puerta…

Paso fugaz por los Cavs para hacer historia en los Pistons

Lo mejor que le pudo pasar a Laimbeer fue aterrizar en un equipo flojo como los Cavs. Gracias a eso pudo disfrutar de 30 minutos cada partido en los que empezar a hacerse un nombre y llamar la atención del resto de franquicias. Con 2,10 de altura y poca calidad técnica para jugar desde el poste, Laimbeer empezó a potenciar virtudes como el esfuerzo, la tenacidad, la habilidad de posicionarse bien y el juego subterráneo para así defenderse de otros muchos pivots mucho más virtuosos que él.

El propio Laimbeer era consciente de sus limitaciones: “No soy Kareem o Moses Malone. Pero compito para ser el mejor de los que les siguen“. Y hablamos de pivots como Bill Walton, Artis Gilmore, Hakeem Olajuwon o Patrick Ewing entre otros muchos.

A mitad de su segunda temporada en Cleveland, fue traspasado a los Pistons donde Laimbeer encontró la horma de su zapato con Isiah Thomas. Su misión era proteger a su compañero, desquiciar a los rivales y hacerse fuerte bajo el aro donde llegó a ser el máximo rebotador de la liga la temporada 85-86 con una media de 13.6 rebotes por partido adornados con 16.6 puntos. Aquellos años siguió puliendo su imagen de tipo duro pero eso no era óbice para que se reconociera su calidad ya que consiguió jugar nada más y nada menos que cuatro all-star. Eso no lo logra cualquiera.

En la temporada 83-84 llegó Chuck Daly al banquillo de los Pistons y éstos empezaron a crecer. El equipo fue cocinándose a fuego lento. Fueron llegando Vinnie Johnson, Mahorn y Dantley en traspasos, y Dumars, Rodman, Salley en el draft. En el 87 finales de conferencia, en el 88 finalistas de la NBA, y en el 89 y 90 campeones por partida doble con Billy Laimbeer con un papel clave en la cancha y el vestuario.

Dos anillos coronaron el juego de Laimbeer y aquellos Pistons, pero por encima de todo está el estilo y el sello que dejas, y de los Bad Boys se sigue hablando aunque hayan pasado 30 años de su triunfo. Eso es lo que perdura.

Si tienes un juego de consola con tu nombre, es que eres alguien

No quiero terminar este artículo mostrando una pequeña gema que he encontrado y era, al menos para mí, muy desconocida. Igual que hoy se dice que si no has salido en Los Simpson es que no eres suficientemente famoso, en los 80 y 90 era lo mismo pero con los juegos de ordenador y consola.

En 1991, la productora de videojuegos Hudson Soft, creó para la Super Nintendo el juego Bill Laimbeer’s Combat Baketball. La temática no puede ser más genial… el juego se sitúa en el año 2031. Bill Laimbeer se ha convertido en el comisionado de la liga y lo primero que hace es despedir a los árbitros. A partir de ahora no hay reglas excepto el fuera de banda y el campo atrás. Se permite todo tipo de contacto físico e incluso la presencia de armas es legal. Los jugadores visten armaduras para sobrevivir a la batalla campal que supone cada partido.

Sencillamente genial.

 

 

 

 

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Huberto Meersmans
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