The times, they are changing
1 de julio. El mercado NBA abre oficialmente sus puertas y la primera gran bomba de la noche no tarda en ser anunciada por Adrian Wojnarowski.
Kevin Durant y Kyrie Irving a los Brooklyn Nets
»Free agents Kevin Durant and Kyrie Irving are taking less than the max to allow DeAndre Jordan to get the $10M annual salary with Brooklyn, league sources tell ESPN.»
La primera ficha del dominó caía, llevándose consigo a Kyrie Irving rumbo al Barclays Center. Mientras tanto, en las oficinas de la Bahía trabajan a pleno rendimiento y tardarían lo mismo en cerrar una sorprendente e inesperada operación.
“Golden State and Brooklyn have agreed on a sign-and-trade, sending D’Angelo Russell to the Warriors on a four-year, $117M maximum contract, league sources tell ESPN.”
Nada más enterarse que Durant había optado por Brooklyn como nuevo destino, los Warriors apenas consumieron unas horas antes de dar comienzo a una pequeña revolución en la plantilla en su propósito de mantener un núcleo competitivo que pueda lograr su sexta aparición consecutiva en las Finales de la NBA.
Para ello se realizaron una serie de llamadas entre los dirigentes de Golden State y Brooklyn que se resolvieron rápidamente: doble sign&trade y posterior intercambio entre Kevin Durant y D’Angelo Russell, sentenciado este último nada más confirmarse la llegada de Kyrie Irving.
Los Warriors se habían encontrado en una complicada encrucijada, visiblemente ansiosos por evitar el perder a Durant sin recibir nada a cambio. Sin embargo, la operación plantea muchas preguntas y dudas que apuntan directamente al futuro más cercano del proyecto de los Warriors.
Con este movimiento, los vigentes finalistas de la NBA han cerrado la incorporación de una de las grandes sorpresas de la temporada, un D’Angelo Russell candidato al Jugador Más Mejorado que mezcla juventud y talento a partes iguales. La gran disyuntiva reside en la superposición posicional entre Curry y Russell y los problemas de incompatibilidad en la cancha que pueda existir entre dos jugadores de corte muy similar.
En ataque componen dos perfiles que exigen contacto continuo con el balón y un brillo que depende de ello, mientras que, defensivamente, supondrán una desventaja continua si coinciden en pista. Una pareja que, salvando las diferencia, puede recordar a aquel infructuoso ‘matrimonio’ entre Stephen Curry y Monta Ellis que nunca llegó a buen puerto y terminó con este último fuera del roster.
Este problema podría, incluso, intensificarse con el regreso de Klay Thompson. ¿Se verá obligado el ‘Splash Brother’ a modificar su posición en la cancha para dar espacio a Russell? ¿O será D’Angelo el damnificado, siendo desplazado al banquillo como sexto hombre un jugador firmado por el máximo salarial? ¿Aceptaría el base este rol secundario?
Por otra parte, la llegada de Russell ha tenido una consiguiente repercusión en piezas secundarias y la futura confección del roster. Para poder cuadrar salarios, los Warriors han tenido que deshacerse de Andre Iguodala, traspasado a Memphis junto a una primera ronda protegida. Además, la adición de la ya exestrella de los Nets ha cerrado las puertas de la renovación de jugadores como Kevon Looney, DeMarcus Cousins y Quinn Cook, una situación muy preocupante para un equipo cuya falta de profundidad fue determinante en la derrota ante Toronto en las Finales.
Con Durant en los Nets y con Thompson fuera de juego durante gran parte de la próxima temporada, los Warriors han optado por lanzar los dados y jugarse el futuro del curso a una carta. Si Russell y Curry no terminan por encajar, no sería una sorpresa ver a Bob Myers buscando una salida al de Lousville más pronto que tarde. La premisa quizá ha sido, desde un inicio, la siguiente: obtener un activo valioso para jugar junto a Curry mientras Klay completa su recuperación. Obtener flexibilidad y talento de inmediato para competir. Buscar un reajuste a largo plazo más adelante para intentar mantener la dinastía.
Por supuesto, Myers y Lacob nunca han tenido reparo en tomar riesgos y perseguir a los mayores talentos disponibles cada verano. Ya lo hicieron con Durant. Lo habían hecho unos años antes cuando firmaron a Iguodala y, en este punto, perder a Kevin no puede definirse como un golpe mortal, sino más bien un nuevo y aún más completo problema matemático que los Warriors han decidido resolver de inmediato.
Una cosa si es innegociable: los Warriors no pueden permitir una caída tan repentina –aunque cuántas veces habremos visto a dinastías derrumbarse de la noche a la mañana-, no solo porque actualmente se encuentren en plena mudanza al Chase Center, sino porque lo último que quiere un jugador es unirse a un equipo en declive.
Entonces, quizá el objetivo de Russell no es otro que el de mantener la competitividad y condición de contender de los Warriors durante la próxima temporada. Independientemente de lo que ocurra a partir de ahora, esta ráfaga de movimientos ha significado el fin de algo. El adiós de los últimos tres MVP de las Finales teñidas de color dorado.
Ahora, los Warriors aún disponen de un núcleo más que capacitado para continuar aspirando a todo en Playoffs con Curry, Thompson, Green y, ahora, D’Angelo Russell, pese a la pérdida de todo un baluarte como lo ha sido Iguodala y a las carencias en el banquillo. Este equipo no es, sin duda alguna, aquella trituradora que logró tres campeonatos y pulverizar el mejor registro en regular season de la historia. Pero si algo han demostrado estos Warriors es una capacidad de lucha y superación que los mantendrá, al menos, un año más en lo más alto del pabellón baloncestístico de la NBA. Y, es que, como decía Bob Dylan en una de sus canciones: “The times they are changin’”.