Ricky Rubio, la mirada puesta en Playoffs
Desde muy joven que la perla española empezó a destacar entre los profesionales de su país, abriéndose camino hacía la mejor liga de baloncesto del mundo. Un niño con muchos sueños por delante y que se veía no muy lejos de esos partidos que seguía por la televisión, encuentros donde las grandes estrellas de la NBA se batían en duelo por coronarse como el campeón de la competición más prestigiosa.
Mucha proyección y grandes expectativas sobre un chaval muy inexperto al que le costaría adaptarse del todo al juego americano, por no añadir que las comparaciones son odiosas y ha salido mal parado en ellas. ¿Por qué?, pues muy sencillo, salió elegido en la noche del draft por los Minnesota Timberwolves por encima de un nombre que probablemente todos tengamos en un pedestal como Stephen Curry. Dos bases que por desgracia para el español han tenido impacto en la liga de forma muy diferente.
La falta de competitividad en Wolves
Sus primeras etapas en los Wolves fueron con muchas dudas, aunque cabe recalcar que probablemente haya sido la etapa más mágica de su carrera con el juego más bonito de ver con diferencia. Su problema en la franquicia llegaba con la búsqueda de otro jugador más hecho a la NBA y no tener esa confianza que necesita un joven para triunfar en la liga. Se podría decir que su primera estancia no fue la ideal y retrasó lo que soñaba de niño, verse compitiendo en la postemporada.
La mala dinámica que se estaba llevando en el equipo de los lobos no ayudaba a que Ricky se fuera adaptando a como gestionar la regular season y enfocar el momento más importante del año. Temporada tras temporada se quedaban fuera de las ocho primera plazas y cada vez se iba apagando más la llama de ser una estrella del baloncesto por parte del chico del Masnou.
Rubio sabía que no debía de prolongar su tiempo con la camiseta de Minnesota para buscar nuevas metas en un equipo que cumpla con sus ansias de poder jugar unos Playoffs después de haberlo visto imposible en sus primeros años. La hora de demostrar la madera de la que estaba hecho había llegado y no era en ese lugar.
Un sueño cumplido
Rumbo a la ciudad de Utah iba un chico catalán con una mochila llena de ilusiones y ganas de mejorar la trayectoria conseguida hasta ese momento. Sentir el ambiente de una postemporada era algo que se le había resistido por muchos cursos y tocaba cambiarlo para dejar de ser uno de los jugadores que más minutos llevaban en la NBA sin haberse clasificado nunca.
En una plantilla con un gran defensor como Rudy Gobert y un recién drafteado como Donovan Mitchell se planteaba un futuro mucho más reconfortante del frío en Minnesota. Por fin se iba a poder ver a Ricky competir como le hubiera gustado desde que era un rookie sin tener que pasar por un oscuro inicio.
Con los Jazz vio realizadas sus aspiraciones de saber lo que es jugar una serie de siete partidos contra uno de los mejores equipos del mundo. Pero su mala suerte aumentó al caer lesionado, impidiendo que siguiera al lado de los compañeros en la pista hasta que fueron eliminados por los Houston Rockets. Fue Donovan quien ejerció de base y Rubio desde el banquillo veía como James Harden les enviaba a su casa después de una temporada para el recuerdo.
La mente de Ricky
Con todo lo ocurrido durante su vida en Estados Unidos, solo se puede plantear una manera de pensar en la cabeza de Rubio y es darlo todo para hacer una actuación de postemporada que le consagre como un base élite. La temporada regular ya ha quedado comprobado que no es problema para él, la asignatura pendiente es lo que viene luego y va a tener otra oportunidad ahora en el 2019 de no dejarla para septiembre otra vez.
La sombra de esos problemas físicos en la edición pasada rondaran sus pensamientos pero no puede seguir desaprovechando su momento prime en el que mezcla madurez con un gran estado de forma. Ya es hora de ver brillar a Ricky como nos debe, y estoy seguro que no soy el único con ganas de ello.
