The Last Dance: la mística de los Bulls de Jordan en primera persona

The Last Dance: la mística de los Bulls de Jordan en primera persona

20/05/2020 0

Tras 22 años de espera, el ‘último baile’ llegó a nuestras pantallas. Todo el material fílmico reunido en la temporada 1997-98 mediante una especie de ‘marca personal’ a los Chicago Bulls de Phil Jackson fue reunido en una producción especial de ESPN Films, con una serie de testimonios que permitieron revivir la historia de aquella dinastía que ganó seis títulos en ocho años.

Lo primero. ¿Por qué esperar más de dos décadas para llevar adelante el documental? El responsable de ello es el mayor protagonista de la historia: Michael Jordan. Él y todo el equipo aceptaron ser grabados durante cada entrenamiento, partido y hasta en los vestuarios siempre y cuando el material sea guardado hasta que el capitán autorice su publicación. Según rumores, Jordan dio la orden la noche en que LeBron James le dio el anillo a los Cavaliers, hace casi cuatro años.

El documental consta de 10 episodios de una hora cada uno, y aborda mucho más que la campaña 97-98 de los Bulls. La idea es, mediante entrevistas e imágenes, recavar en la génesis del equipo que logró repetir el tricampeonato de la NBA, y en cada uno de los personajes que influyó en su éxito año tras año.

Sin embargo, como en toda gran historia, se necesita de un villano que confronte a los protagonistas y desafíe sus intenciones heroicas. En este caso, el villano es Jerry Krause, gerente general de la franquicia. Sus intenciones de desmantelar el equipo y reemplazar a Phil Jackson para enfocarse en una reconstrucción, después de repetir el título en el 1997, son parte esencial en la creación de la trama y la dinámica del documental.

Fue él quien se encargó de remarcar que sería el último año del Maestro Zen en Chicago, pase lo que pase, y por más que eso implique dejar ir a Jordan. Aún así, el controvertido personaje de Krause en el documental merece trato aparte. Ante su fallecimiento en 2017, fue Jerry Reinsdorf, dueño de la franquicia, quien defendió su imagen.

Lo más interesante de la serie, desde el primer momento, está enfocado en Michael Jordan. Experimentar el crecimiento y el desarrollo del mejor jugador de todos los tiempos es maravilloso, pero mucho más cuando él lo cuenta sentado en un sillón, tomando un whisky y fumando un habano. El seguimiento en entrenamientos, partidos, vestuarios, durante sus tiempos libres y hasta en una cancha de golf, nos permiten apreciar de cerca su forma de ver el mundo, y su esencia ganadora.

‘Van a creer que soy una persona terrible’, dijo Jordan antes de que se publicara la serie. Sucede que, en las prácticas de los Bulls, el 23 podía ser un verdadero matón. Exigía a sus compañeros hasta el límite de agotarlos, y a veces hasta frustrarlos. Si querías que MJ confiara en ti, tenías que sacrificarte y rendir por el equipo, sin importar tu talento.

A lo largo de los episodios notamos cómo sus impulsos competitivos van en aumento. Cada mínimo comentario de un rival alcanzaba para motivar su ego. Sucedió con los Bad Boys de Detroit, contra los Knicks de Pat Ewing, los Magic de Horace Grant y Shaquille O’Neal, los Hornets de BJ Armstrong, entre tantas otras veces. ‘Lo único que se necesita es un pequeño fósforo para encender ese gran fuego’, mencionó el mismo Michael sobre el final del último capítulo.

Hay dos momentos puntuales en los que Jordan muestra su lado humano. Uno de ellos se da tras el asesinato de su padre. El 23 vuelve a los Bulls, los lleva a ganar 72 partidos y a ganar el campeonato en el día del padre. MJ quiebra en llanto en el suelo tras ganar el primer anillo sin su papá. El otro, es ante la llegada de Kobe Bryant a la liga. Michael termina apadrinando al rebelde jugador de los Lakers que lo tenía como ídolo.

Una de las historias más interesantes de la serie se da sobre el ‘Flu game’, el partido cinco de las Finales de 1997, en el que Jordan supuestamente jugó con la gripe. La verdad que se nos revela es que fue una intoxicación alimentaria la que produjo dicho malestar a la estrella de los Bulls. La misma fue producida por una pizza que comió la noche anterior, la cual le fue llevaba desde un restaurante de la ciudad de Utah hasta su habitación. Con fiebre, mareos y dificultades para mantenerse de pie, Jordan jugó 44 minutos, anotó 38 puntos, y llevó a los Bulls a ponerse a tiro del título.

Andy Hayt/NBAE/Getty Images.

 

¿Qué hay de los demás protagonistas? El más controversial, sin dudas, es Dennis Rodman. Sus ‘vacaciones’ de 48 horas (que duraron mucho más) por Las Vegas en plena 97-98, y su ausencia a un entrenamiento post triunfo ante Utah en las Finales del ’98 para ir a un certamen de lucha libre son sólo algunos de sus actos más polémicos. Aún así, su compromiso con el equipo dentro de la cancha y su sacrificado estilo de juego lo hacen ganar un cariño muy especial por parte de los fanáticos.

¿Pippen? La historia de Scottie conmueve. Con su padre y uno de sus hermanos en silla de ruedas, el 33 firmó un contrato por 18 millones y siete años con los Bulls en 1991, en busca de asegurarle un buen futuro a su familia de bajos recursos. El crecimiento en los ingresos económicos de la liga y la suba del límite salarial llevo a que Pippen pase de ser el octavo mejor pago de la NBA al 112° en seis años. Krause no estuvo dispuesto a renegociar el contrato y Scottie se sintió menospreciado al punto de ausentarse y pedir un traspaso en 1997, lo que finalmente no ocurrió hasta después del tricampeonato. Pippen es presentado como una persona humilde y sencilla, que no tiene el carácter de líder de Jordan, pero lo complementa a la perfección.

Otro actor esencial en la historia es Phil Jackson. Tras el despido de Doug Collins en 1989, Jackson es promovido como entrenador por Jerry Krause. Es él quien se encargó de administrar los egos del equipo, y sobre todo, armonizar a Jordan con sus compañeros. Una vez que logró que su estrella comprendiera que necesitaba de todo su equipo para ganar, consiguió equilibrar las fuerzas de los Bulls en un mismo sentido, y se volvieron imparables.

La anécdota final del Maestro Zen es brillante. Luego del segundo tricampeonato, y tras no renovar con los Bulls, les pidió a sus ex dirigidos una última reunión a la cual cada uno lleve escrito en un papel lo que ese equipo significa para ellos. Tras leer en voz alta lo escrito, debían poner el papel en una lata de café, la cual fue prendida fuego por Jackson. “Todos tuvieron palabras emocionantes para decir. Michael escribió un poema. Era de una profundidad de emoción que no creerías que tiene”, recordó Phil.

Las últimas palabras de Jordan en el documental dejan en claro que aquel último baile no fue de su voluntad. “Sentí que podríamos haber ido por el séptimo. De verdad lo creo. Quizás no lo ganábamos, pero no poder intentarlo, es algo que no puedo aceptar”.

El mejor jugador de todos los tiempos se retiró por segunda vez, y nos dejó con la sensación de que todavía tenía mucho por dar. ¿Podrían haber ganado otro anillo? Claro que sí. La temporada 98-99 fue la más corta de la historia (50 partidos), por lo que habrían llegado frescos a los Playoffs, para medirse con los Pacers de Reggie Miller, los Knicks de Pat Ewing o el Heat de Alonzo Mourning. En las Finales se habrían cruzado con Tim Duncan, David Robinson y los Spurs.

Aún así, es difícil pensar en un final más perfecto. El sexto campeonato ante el Jazz en Utah, con ese robo de Jordan a Karl Malone, el cruce a Bryon Russell, y el tiro ganador a 5.2 segundos de finalizar el sexto juego. El guión del último baile está escrito hace 22 años, y tiene un final feliz.

 

 

#EntraEnLaZona

Pablo Nudenberg
Pablo Nudenberg
Redactor de NBA.
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