¿Qué sería la NBA sin las estadísticas?
¿Alguna vez os habéis preguntado cómo de importantes son las estadísticas en casi cualquier deporte? Los goles de Messi, los pases completados de Tom Brady, los «winners» de Nadal… Durante la mayoría de las retransmisiones deportivas que vemos en la televisión, nos bombardean a base de datos, para que nosotros, como espectadores, sepamos quién se desempeña mejor en cada apartado del juego. Por eso, es interesante plantearse cómo de importantes son estos números: ¿Qué pasaría si no existiesen? ¿Alguien se acordaría de los jugadores que pasaron por la NBA, por ejemplo, durante los años 70? ¿El juego sería el mismo sin estos datos?
Imaginad, por un instante, un mundo en el que en el baloncesto no trascendiesen puntos, rebotes, asistencias… De cada jugador, ni hablemos ya de la estadística avanzada. Por supuesto, esto es un mundo ficticio, y lo expuesto a continuación no es más que un escenario imaginario posible, en el que no todo tiene por qué ser la verdad absoluta. Vayamos paso por paso. Hablemos, primero de todo, de la consecuencia que, creo, sería la más evidente: el baloncesto histórico. Hablemos de Wilt Chamberlain: 100 puntos en un partido, 50.4 puntos por encuentro en una temporada, 27.2 rebotes por encuentro en otra… Entre otras muchas cifras marcianas e inimaginables a día de hoy. No dudo de que sea uno de los mejores jugadores que han pisado jamás una cancha de baloncesto, pero la pregunta es: si no existiesen las estadísticas, ¿Lo sabríamos? ¿O sería la historia de «ese tío tan dominante que hacía lo que quería en la pista» que nos contarían sus coetáneos, y la gente que ha tenido la paciencia de buscar esos partidos tan difíciles de encontrar?
Y por supuesto, al depender ya mucho más del boca a boca y del propio interés del aficionado por conseguir esos partidos… ¿Cuánto tiempo tardaría en ser olvidado por el aficionado medio? Yo, como chaval de apenas 21 años de vida, que no he visto un solo partido suyo en mi vida… ¿Conocería siquiera su nombre?
En realidad, es probable que el nombre de Wilt Chamberlain siguiese siendo mencionado a día de hoy. Al fin y al cabo, ganó dos campeonatos siendo el jugador más importante de su equipo, cuatro veces el trofeo al MVP, fue elegido 13 veces para jugar el All-Star Game… Más allá de sus ridículos números, es cierto que es un jugador que marcó una época, difícilmente olvidable. Vamos pues, con uno de los anotadores más prolíficos que ha tenido este deporte, y seguramente, aún con la existencia de las estadísticas. uno de los más olvidados e infravalorados de la historia: Alex English. El jugador que más puntos anotó durante la década de los 80 (19682 puntos), 8 veces All-Star, máximo anotador de la NBA en 1983, primer jugador de la historia en anotar 2000 puntos en 8 temporadas consecutivas, vigésimo máximo anotador de la historia… Poca broma. Todo un prodigio numérico, que, si bien no es tan recordado como Chamberlain (seguramente tampoco tuvo su trascendencia histórica), quedó grabado en la mente de muchos aficionados, sobre todo de los Denver Nuggets.
Ahora bien, resulta que English, únicamente, alcanzó las finales de conferencia en una ocasión (1985), y años después, ha quedado relegado a un grandísimo anotador sin prácticamente relevancia más allá de Denver. ¿Y si no existiesen las estadísticas? La respuesta es simple, a la vez que muy dura: ya es un jugador no demasiado recordado por el gran público, pero si además no supiésemos la barbaridad de puntos que metía, el bueno de English no estaría en la memoria de prácticamente ninguno de nosotros. Por impresionantes que fuesen sus datos anotadores, y por mucha facilidad que tuviese para encestar la pelota, seguramente pasaría a la historia como uno de tantos jugadores a los que vemos en wikipedia cuando buscamos participantes del All-Star game de las pasadas décadas, pero no tenemos ni idea de quién son.
Estos no son más que algunos ejemplos, entre otros muchos posibles, de jugadores que no estarían, ni por asomo, en nuestro recuerdo de la misma manera que lo están a día de hoy. También podría hablar de algún ejemplo más reciente, como Scott Skiles (¿quién recordaría su carrera de no ser porque repartió 30 asistencias en un partido?), o José Manuel Calderón, que fuera de nuestras fronteras, seguramente será recordado por tener el récord de asistencias de los Raptors y el mejor porcentaje de tiros libres en una temporada en la NBA, pero me estaría alargando demasiado en la misma idea. Vayamos ahora a un tema muy relacionado con la memoria baloncestística: las comparaciones y los tops históricos (en mi opinión, poco relevantes en el baloncesto, un deporte de equipo, pero eso es un tema para otro día).
No me malinterpretéis: es evidente que no todo en el baloncesto son las estadísticas, y que a la hora de hacer una de estas listas no es lo único a valorar. Ahora bien, ¿cuántos youtubers, analistas, o twitteros, que hacen estos rankings, han visto más de 10 partidos de, por ejemplo, Bob Pettit? ¿Y de Pete Maravich? Porque sí, los highlights son muy bonitos, pero no dan para saber cómo de bueno es un jugador (en Internet, puedes encontrar highlights hasta de Anthony Bennett). Y a pesar de ello, todo el mundo parece tener licencia para decir que estos dos que acabo de mencionar, así como muchos otros que tampoco han visto ni en fotos, están en x puesto en el top 100 histórico, porque «es que promedió tantos puntos y tantos rebotes durante tantas temporadas».
¿Y si no supieses los números que hicieron? Sin haber visto nunca jugar a la gran mayoría de jugadores históricos, seguramente estos tops ni siquiera existirían. Y si existiesen, estarían extremadamente influenciados por el día de hoy, ya que, al no existir una posible comparación estadística, un jugador extremadamente dominante, pero que jugó hace 50 años, podría ser completamente olvidado.
En otras palabras: ¿Quién se acordaría de Elgin Baylor, si total, era un perdedor que perdió las ocho finales que jugó, sin haberlo visto jugar? Aunque también podría provocar el efecto contrario: ¿A santo de qué LeBron James se va a poder ni siquiera comparar a Bill Russell, si James tiene un récord de 3-6 en las finales, y Russell tiene un 11-1? En la mente del aficionado que no ha visto un solo partido de Russell, si ve que ha ganado cinco veces el trofeo de MVP (segundo máximo de la historia junto con Michael Jordan, tras Kareem Abdul-Jabbar), ha ganado once veces el título en trece temporadas, oro olímpico… Nadie tendría nada que hacer contra Russell.
Ahora bien, se me ocurre una tercera opción, y es que, precisamente por la falta de datos, muy pocos se atreverían a hacer estos tops históricos. Si bien los aficionados tendemos muchas veces a comparar jugadores históricos con los actuales, y a debatir quiénes son los mejores que han pisado una pista de baloncesto, si no tuviésemos los datos de los más antiguos, conforme el recuerdo de estos se perdiese en nuestra memoria, nadie se atrevería a hablar de ellos, simplemente porque ni siquiera los conocerían, o en caso de conocerlos, prácticamente nadie tendría tampoco una base sobre la que argumentar, al no haber visto jugar a los más alejados en el tiempo. Con lo cual, la tendencia podría ir hacia hacer tops con únicamente jugadores del momento, al no poder hacer lo que se hacer hoy en día, que es hacer como que sabemos mucho de cualquier jugador antiguo. En cualquier caso, las comparaciones serían muy, muy curiosas.
Dejemos ahora la historia a un lado, y centrémonos en lo que sería la NBA a día de hoy, con un ejemplo bastante reciente, que es el que seguramente muchos estaréis pensando: ¿Sería Westbrook MVP de la NBA a día de hoy? Para mí, la respuesta es un no rotundo. Quiero decir, en su temporada de MVP, Russell Westbrook promedió un triple doble. Eso es una maldita barbaridad. Pero imaginad, por un segundo, que no lo sabéis. Aquel año, Westbrook era un jugador con licencia para tirarse todos y cada uno de los balones que tocaba, y bueno, básicamente hacer lo que quisiera sobre una cancha de baloncesto. Como la mayoría de estrellas de la NBA, básicamente (seguramente más a lo bestia que los demás, eso sí). Pero quedando sexto en su conferencia.
Si Westbrook no hubiese hecho la barbaridad estadística que hizo… ¿A santo de qué iba a ser el jugador más valioso de la temporada? ¿Por qué no deberían serlo Stephen Curry o Kevin Durant, los mejores jugadores del mejor equipo del campeonato? ¿O Isaiah Thomas, el enano que mete canastas sin parar en el mejor equipo del este?
Aunque bueno, más allá de Westbrook, tendríamos muchos más cambios en nuestras vidas como aficionados sin estadísticas. Cada mañana, cuando despertamos (y no hay nigún virus que potencialmente pueda colapsar de sanidad de ningún país por la calle), y entramos a Twitter, vemos como Doncic ha hecho un triple-doble, Anthony Davis ha registrado unos números de puntos, rebotes y tapones que no se veían desde David Robinson, LeBron James es ya el tercer máximo anotador de la historia de la NBA… Todas estas historias, que nos sirven para engrandecer las figuras de los jugadores que tanto amamos. Nos quedaríamos sin que, cada noche, un jugador diferente hiciese historia numéricamente hablando sobre una pista de baloncesto. Las figuras de los jugadores actuales, engrandecidas muchas veces porque vivimos bombardeados a datos día sí y día también, seguramente no serían tan sumamente impresionantes, ya que no serían los primeros en hacer x brutalidad estadística o batir el record y que llevaba vigente desde el año 87.
Aparte de esto, hoy en día, todos somos scouts. Todos sabemos que Seth Curry es un grandísimo tirador, pero francamente, yo no he visto más de diez partidos de los Mavericks este año. Y más de cinco tampoco. No porque no me interesen, sino porque no tengo tiempo para ello. No obstante, tengo el dato: Curry encesta el 45.3% de los triples que encesta, en los 5.1 que intenta por noche. ¿Y si no tuviese ese dato? ¿Cómo voy a saber que uno de los mejores tiradores de la NBA es este señor, si no puedo ver sus partidos?
Cada jugador es bueno en unas facetas del juego, y malo en otras, y si no tenemos ningún dato que nos lo refleje, ¿conoceríamos a prácticamente todos los jugadores de la NBA, así como sus puntos fuertes y débiles, como los conocemos hoy en día? ¿O simplemente yo, como aficionado de los Sixers, me basaría en que como Curry este año no me dio la impresión de estar demasiado acertado en sus partidos contra Philadelphia (de hecho hizo un 2/7 en triples entre los dos partidos, pero recordemos que este dato no lo tengo), y consideraría que Curry es un flipao que tendría que dejar de tirar triples?
No tener datos nos forzaría a conocer a los jugadores únicamente por lo que vemos en los partidos, y eso es inasumible para la mayoría de aficionados, que no tenemos tiempo apenas para ver NBA. También, la falta de datos aumentaría desmesuradamente la importancia de la opinión de los periodistas. Precisamente porque no tengo los números a mano, y no he tenido tiempo a lo largo de estos años de ver la gran mayoría de sus partidos, tal vez a día de hoy pensaría que Carmelo Anthony es uno de los mejores 15 jugadores de la historia, porque resulta que encandiló a un periodista de un medio muy reputado, que se dedicó a escribir maravillas año tras año sobre él.
Y al no haber visto yo gran parte de su carrera, si resulta que los partidos que veo vienen a ser partidazos de Carmelo, ¿Quién me va a decir a mí que ha sido un anotador ineficiente durante bastantes años? (sí, sé que a algunos les dolerá esta frase, pero es lo que hay).
Y como último punto, ya que me estoy basando bastante en ejemplos, vamos con uno para acabar: los Houston Rockets. Como todo el mundo sabe, los Houston Rockets son un equipo fuertemente basado en la eficiencia estadística. Estamos hablando de un equipo cuyo tiro de media distancia está prácticamente extinto, y cuya construcción del equipo consiste, básicamente, en jugadores que refuercen el estilo de juego de su estrella James Harden siendo jugadores estadísticamente muy eficientes en cancha, sobre todo con el tiro de tres (como Eric Gordon o Ben McLemore).
Todo lo que sea eficiencia numérica, asegura minutos de juego en los Rockets, basándose en que, si tiras desde donde, percentualmente, más veces vas a meter la pelota, y haces que el otro equipo tire desde donde menos la va a meter, tus posibilidades de ganar el partido aumentan considerablemente. Por supuesto, Houston no es el único equipo que se basa en esto para diseñar sus plantillas y planes de juego, es más, hoy en día, prácticamente todos los equipos de la NBA tienen analistas de datos, que trabajan con diversas bases de datos para diseñar el plan numéricamente perfecto para doblegar a sus rivales. Si no se contabilizasen las acciones de los jugadores, todo esto no existiría, y posiblemente, la evolución del juego que vivimos en nuestros días, o bien no se daría, o bien tardaría mucho más tiempo en llegar, al no tener unos números objetivos que nos dijesen qué manera de jugar es la más eficiente.
Evidentemente, todo esto que estoy planteando es un escenario absolutamente imposible. Quiero decir, vivimos en el siglo XXI. El análisis de datos es una disciplina cada vez más, y más empleada en absolutamente todos los ámbitos de nuestras vidas cotidianas para conseguir los mayores beneficios de todas y cada una de las acciones, y el deporte por supuesto no se queda atrás. No obstante, me parece que es interesante imaginarnos cómo podría ser todo sin números, y cómo cambiaría, desde nuestra propia visión de los jugadores y nuestra manera de compararlos unos con otros, hasta el propio juego, cuya evolución, sin los números, sería radicalmente distinta.
Y ahora es cuando os dejo una última pregunta, a la que yo mismo no he sabido responder: un baloncesto sin números, sin que todos los días algún jugador rompiese un récord, y con un juego mucho más fallón y menos eficiente por la ausencia de datos… ¿Sería igual de visto? ¿Verías tú, como espectador, tantos partidos como ves hoy, si no existiesen las estadísticas? La respuesta que nos viene a todos a la cabeza nada más escuchar la pregunta, es que sí, claro que lo veríamos, ¿qué dice el chalado éste? Pero pensadlo, poneos en los escenarios que he descrito. Y veréis como no es tan fácil.
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