No fue bonito mientras duró
Miami Heat y Minnesota Timberwolves se enfrentaban anoche en un partido más de los 82 que componen la temporada regular de cada equipo. En lo alto del American Airlines Center, la camiseta de Wade. El eterno ‘3’ de los Heat. Y bajo ella, en la cancha, Jimmy Butler liderando los muchachos de Pat Riley y Spoelstra contra su ex equipo, los Timberwolves. Que este hecho no dejaría de ser un mero reencuentro entre una franquicia y un jugador de los muchos que se dan al año en la liga de Adam Silver. Pero Butler y Minnesota no son un binomio que haya separado caminos de la manera más.. amigable. Digámoslo así.
El culebrón sobre su salida, sus altercados y enfrentamientos (públicos como privados) con la franquicia ocuparon las rotativas de los grandes medios desde septiembre de 2018 hasta noviembre del mismo año. Jimmy Butler salió, se asentó durante unos meses en Philadelphia y terminó en las costas de Florida el pasado verano. Playoffs, eliminación cruel a manos del ‘cyborg’ (Kawhi Leonard) en semifinales y rumbo en verano a Miami a liderar a una franquicia entera. No se puede decir que le hayan ido mal las cosas tras su marcha de las frías tierras del norte yankee.
Y volviendo a los norteños de EEUU, los Wolves de Minnesota, la salida del 23 supuso el fin a un proyecto y, a la postre, el final de la era de Tom Thibodeau en Minneapolis. Una nueva era se iniciaba. Un proyecto a derruir y uno nuevo a surgir de los escombros, algo ya típico en los Timberwolves. – A nosotros nos lo van a contar, ains..- Tremendo marrón para el que lo cogiese. Contratos altos, varios años restantes y rendimiento bajo, a modo de resumen de la situación. Y entre todo, una joya, Karl Anthony Towns. La piedra angular del nuevo proyecto. Llegó Rosas, prometió un imposible en verano, no lo logró -obviamente- y formó un equipo por debajo de las expectativas con mucho menos talento. Y, efectivamente, no funcionó. (No finjas sorpresa).
Llegó 2020, seguían los malos resultados pero quedaba febrero, quedaba el trade-deadline. Y sin prometer, ya aprendido del peso que llegan a coger las promesas lanzadas al aire, actuó. La bola de demolición que necesitaba el proyecto. Jeff Teague, Andrew Wiggins y Gorgui Dieng fuera. Traspasados. La promesa que nunca llegó, el base que nunca rindió al nivel de sus ceros en la nómina y el jugador al que nadie le encontraba un sentido a su contrato. Los tres contaban con un factor común, eran piezas heredadas del anterior proyecto sin encaje en el nuevo.
Volviendo al punto de partida, a la relación de Butler y Minnesota, si tomamos su salida de los Timberwolves como punto final al proyecto y tomamos como segunda referencia el partido de hoy, observamos el cambio sufrido por los de Minneapolis. Tan solo dos jugadores de la actual plantilla son ex-compañeros de Butler, Okogie y Towns.
Las dos piezas con más valor, adaptabilidad y potencial del antiguo proyecto. Y en los mandos del equipo D’Angelo Russell, un All-Star. Que con Towns ya suman dos en la plantilla. – No está nada mal. – Dos piedras angulares. Más Jake Layman, Josh Okogie, Juancho Hernangomez y Malik Beasley como role-players rindiendo cada uno en lo suyo. – Esto empieza a estar mejor. – Con Jarrett Culver en estado embrionario y mucho por crecer. Con un pick de lottery alto para este Draft. – Esto pinta realmente bien – Ademas, con la de salarios que van a liberar este verano. – Creía que nunca llegaría este momento. – Porque si, los Timberwolves, quien lo diría , tras un año y medio están en predisposición de empezar a arrancar un proyecto que devuelva a la franquicia al lugar que les llevo Kevin Garnett.
Hay dos estrellas jóvenes – que son como hermanos y eso mola y ayuda – hay jugadores capaces de aportar en un rol específico, un proyecto de jugador joven, un futuro pick alto y bastante más salario disponible en verano del que jamás imaginábamos hace ocho meses. Esta 2019/20 no será nuestro año en cuanto a éxitos. Pero los Timberwolves han vuelto al punto de, ahora si, empezar a formar un proyecto ganador. Ha sido difícil, temporada y media ha costado, llegar hasta este punto y os aseguro que no, no fue bonito mientras duro.
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