La bomba que no pudo explotar en la NBA
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Un niño que se dedicaba a jugar a baloncesto con sus hermanos mayores. ¿Algo típico verdad?. En el caso de Juan Carlos fue el nacimiento de un apodo que ha recorrido todo el mundo del baloncesto. En los enfrentamientos del aro de su casa, donde tenía una gran desventaja de centímetros, tuvo que buscar una alternativa para anotar. La defensa punteaba sin permitir un tiro natural, por lo que necesitó encontrar la manera de que no abusaran de él. En su mente pasó la idea de utilizar la fuerza lanzando hacía arriba y no hacia delante. La pelota sobrepasó la muralla y terminó dentro. Ahí fue donde comenzó ‘La Bomba Navarro’.
En las categorías base del Barça estuvo a un gran nivel, lo que le permitió debutar en la primera división con solamente 17 años. Joan Montes vio algo especial en el escolta, quien anotó 10 puntos en los 10 minutos que estuvo en pista durante su debut. En el progreso de la temporada y la siguiente compaginó jugar en el afiliado de la EBA y el primer equipo.
Una técnica que le llevaría a ser un jugador más que importante desde muy pronto, tanto en su club como en las categorías inferiores de la Selección nacional. Un talento prematuro que empezó a despuntar y conquistar el corazón de los aficionados.
En 1999, formando parte de los ‘Juniors de Oro’, consiguió el triunfo en el Mundial de Lisboa contra los estadounidenses por 94 – 87. Una proeza realizada ante 16.000 personas en el estadio y que quedaría para la historia de la esfera naranja.
«La verdad es que se empezó a ver que éramos una generación triunfadora en 1999, con los que nos llamaron los ‘juniors de oro’. Dimos un poco la sorpresa ganando a Estados Unidos, la gente empezó a ver que éramos una generación ganadora, que no teníamos miedo a nada». – Juan Carlos Navarro.
En la temporada 1999/00, de la mano de Aito García, fue cuando estuviera exclusivamente en la plantilla del primer equipo del Barcelona. Un pequeño jugador que llegaba en su corta carrera con un palmares que contaba con su participación en el título de liga ACB 1999 y la Copa Korac en 1998/99. En el siglo XX ya estaba empezando a crearse la leyenda del que ahora mismo es uno de los mejores baloncestistas españoles de la historia.
Una vez acostumbrado a ser una de las caras del baloncesto nacional, se aventuró a dar el salto al charco para ir a la NBA. En el 2001/02 estaba seguro de que podría jugar al otro lado, pero una lesión de tobillo hizo que bajara su rendimiento y puso en alerta roja el futuro en el continente americano. Se presentó al draft finalmente, e incluso fue seleccionado con el pick 40º por el equipo de la capital. Los Wizards confiaban en las habilidades del español, aunque para el jugador no resultó el momento y se quedó en Cataluña.
No fue hasta el 2007/08, después de peleas contratuales con su club y problemas con sus derechos que estaban en Washington, que pudo emprender el camino que años atrás abrió Fernando Martín y había seguido su amigo Pau. Las adversidades se solucionaron y pudo firmar con los Grizzlies para con ello compartir vestuario con el mayor de los Gasol. Navarro podría haber sido acusado de desleal a su equipo por el dinero, si no fuera porque en Memphis iba a cobrar cerca de un 70% menos de su salario europeo. Para ser exactos, el poco margen salarial de la franquicia le dejó en 540.000 dólares brutos al año (392.000 euros).
Dejar el Barça significó una deuda con el club de 3’5 millones de euros, debido a una cláusula a la que había llegado en su momento. Una cifra que se repartiría en dos temporadas, siendo 1’7 la primera y 1’8 la segunda. Una auténtica hipoteca para el que era el octavo jugador peor pagado de la NBA.
En su corta trayectoria en Estados Unidos, consiguió dejar destellos del jugador que podría haber sido continuando allí. En un partido ante los New Orleans Hornets fue capaz de encestar 8 triples con solamente 9 intentos, igualando con ello el récord de triples anotados por un novato en un juego. En este apartado estuvo cerca de superar a Kerry Kittles como mejor triplista siendo novato, estando en 166 y quedándose a un suspiro de igualar sus 168.
Su season finalizó con 10’9 puntos, 2’6 rebotes y 2’2 asistencias en 82 partidos, habiendo sido bastante importante en la rotación. Un aval que le sirvió para recibir interés de varias entidades de la NBA, como su actual casa en Texas, pero decidió volver a España. El 19 de junio de 2008 se hizo oficial su regreso, y aunque todo el mundo apuntara a temas económicos, el escolta aseguró: «No vuelvo por dinero sino por una cuestión sentimental«.
Una estrella fugaz que pasó por el baloncesto americano para dejarnos con un ‘que hubiera sido si…’ más para la colección. Un ejemplo de inspirador a la juventud a seguir sus pasos. Un ídolo de las generaciones posteriores, incluidos su relevo en la selección. Un jugador que adoraba a Michael Jordan le sirvió de inspiración para luego inspirar él a los demás.
«Siempre he sido de Michael Jordan. Me quedaba a verlo jugar por la noche. Era mi ídolo. A veces intentaba imitar sus jugadas, pero sin su cuerpo eso no se puede hacer». – Juan Carlos Navarro.
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