‘Slam Dunk’ y la batalla del ‘Blackanese’

‘Slam Dunk’ y la batalla del ‘Blackanese’

26/06/2019 0

Como cada tarde, Rui corre hacia el salón de su casa y se sienta frente a la televisión justo en el preciso instante en el que en el aparato se entrelazan el bullicio de una multitud eufórica y el inicio de la melodía que tararea de forma automática desde hace ya mucho tiempo.

Las primeras imágenes penetran con fuerza en sus retinas, induciéndolo en un estado hipnótico, casi catatónico, del que no despertará hasta aproximadamente 22 minutos después, momento en el que el chaval se ve obligado a regresar a la realidad y despedirse de su serie favorita hasta el día siguiente.

Como tantos otros críos de su generación, es un fan y seguidor incondicional de ‘Slam Dunk’, un anime –basado en una serie previa del manga- que narra las diferentes pruebas y situaciones a las que tiene que hacer frente un equipo de baloncesto de la escuela secundaria. Una serie que, más allá de su intrínseco apartado lúdico, ayudó a acercar el baloncesto a la hermética y distante conciencia japonesa.

Aunque Hachimura nació en 1998, dos años después de que la serie emitiera su último episodio, su entorno todavía estaba profundamente influenciado por el gran impacto cultural que supuso en todo el territorio nacional.

La primera gran ola del baloncesto en Japón fue impulsada por ‘Slam Dunk’ y Rui Hachimura se encontraba en lo más alto de ella, pero sin una conciencia clara ni un soporte sobre el que asentar su pasión. Pese a estar enamorado de aquel maravilloso deporte de altos vuelos, a sus 13 años nunca había jugado al baloncesto.

Empujado por el frenesí, Rui quiso probar suerte en el equipo de baloncesto. Allí todos hablaban de ‘Slam Dunk’ y de los Sakuragi, Rukawa, Akagi, Miyagi y compañía. Y, en un paralelismo casi perfecto con el de la serie, Hachimura superó con nota su primera gran prueba de fuego.

“Chico, tú sirves para ésto. Llegarás a la NBA”, le espetó Joji Sakamoto, entrenador del equipo de la Okuda Junior High School. “Puede parecer estúpido, pero le creí. Sentí que decía la verdad y yo también lo creía posible. Y aquí estoy”, declararía unos años después, pocos días antes de ser elegido en la novena posición del Draft de 2019.

El camino sería largo. Muy largo. Y duro. Su espectacular evolución, a pasos agigantados, chocó directamente con la inflexibilidad de una cultura excesivamente puritana que no aceptaba sus orígenes.

“Me miraban como si fuera diferente a todos ellos y me acabé acostumbrando. Me decían ‘vete de aquí, eres negro.’ A mí me encanta ser así. Es un orgullo ser medio africano y medio japonés.”

Desde niño sufrió episodios racistas debido al color de su piel. De padre beninés y madre japonesa, un sector de su entorno no veía con buenos ojos la presencia del joven hafu (término japonés para referirse a los mestizos). “Blackanese”, se definiría a sí mismo, en tono de humor, años después, el propio jugador.

Hachimura, que creció idolatrando a Carmelo Anthony, su gran referente baloncestístico, fue ganándose el respeto, tanto deportivo y social, de sus congéneres a base de campeonatos y distinciones individuales. En diciembre de 2015, firmó una espectacular actuación de 34 puntos y 19 rebotes para liderar a Meisei High School a su tercer título consecutivo, todos ellos con Rui como pieza fundamental y líder del equipo.

Su carta de presentación al mundo, eso sí, había llegado un año antes, durante la celebración del Mundial U17 celebrado en Dubai. Su actuación individual no se vio empañada por el mal resultado colectivo de un combinado japonés que finalizó su participación en la 14ª posición.

22.1 puntos de promedio que alcanzaron su clímax con los 25 tantos anotados ante el Team USA de los Jayson Tatum, Josh Jackson, Ivan Rabb y compañía. También se dejó notar en el prestigioso Jordan Brand Classic celebrado en el Barclays Center, donde anotó nueve puntos. Una luz comenzaba a brillar en oriente y Mark Few quería llevarla consigo directamente a Gonzaga.

Cuando aceptó la oferta de Gonzaga, Hachimura se convirtió en el quinto jugador nacido en Japón en formar parte de algún equipo masculino de baloncesto de la NCAA I. Pero, más allá de eso, supuso un gran cambio, tanto cultural como deportivo, que lo mantuvo en la más profunda y absoluta incertidumbre a lo largo de los primeros meses. Un viaje de casi 8.000 kilómetros que suponía un nuevo paso hacia su gran sueño: jugar en la NBA.

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“Fue muy duro. La comunicación, el idioma. Estados Unidos y Japón son mundos opuestos. Muchas veces pensé en volver a casa, pero no podía renunciar. Mi objetivo estaba claro. La NBA.”

El escolta de Gonzaga, Josh Perkins, fue su primer gran apoyo, en calidad de compañero de habitación junto al actual Laker Jonathan Williams, y de ‘guía turístico’ en las primeras semanas del japonés en Spokane. Allí tomaría clases de inglés desde el primer día, aunque su gran profesor angloparlante giraría en torno al triunvirato hip hop, Netflix y videojuegos.

Pero había más. Mucho más. El rechazo recibido durante su infancia y gran parte de su adolescencia se transformó en una carga muy pesada y en la convicción de que su ascenso a la primera línea del panorama baloncestístico también tenía oculta una gran responsabilidad social. Servir de referencia a los que, como él, sufren en sus carnes las semillas del racismo.

“Hay muchos niños mitad japoneses y mitad negros en Japón, especialmente en el área de Tokio. También vi muchos niños como ellos en los partidos que he jugado. Sé que me están viendo. Quiero ser ese tipo al que miran y dicen ‘quiero ser como él’”.

Hachimura, quien tuvo que vivir la Final Four de 2017 desde la resignación del banquillo, en un primer año testimonial con apenas 4.6 minutos por encuentro, terminó por erigirse como la gran estrella de los Bulldogs. En su última campaña en Gonzaga, Rui recibió numerosos galardones y distinciones individuales, entre los que destacan el premio al MVP de la West Coast Conference, su inclusión en el Mejor Quinteto All-American y de la WCC y el premio Juluis Erving al mejor alero de toda la NCAA I.

El primer jugador de baloncesto de ascendencia asiática que jugó en la NBA fue el escolta japonés-estadounidense Wat Misaka, que jugó tres partidos con los Knicks durante la temporada 1947-48 cuando todavía no existía la NBA. El primera jugador japonés en la historia de la NBA fue Yuta Tabuse, quien jugó cuatro partidos con los Phoenix Suns en 2004. Yuta Watanabe, con un contrato dual con los Memphis Grizzlies, se convirtió en el segundo esta misma campaña.

“Y en el puesto número 9 del Draft de la NBA 2019 los Washington Wizards eligen a… Rui Hachimura”

La madrugada del jueves, Adam Silver recitaba de carrerilla estas palabras, cumpliéndose, así, el gran sueño de Rui Hachimura, quien tiene ahora en sus manos la posibilidad de iniciar una carrera que lo dirija, directamente, hacia el estrellato del baloncesto japonés. Y también hacia el corazón de los niños y niñas japoneses, quienes podrán disfrutar, a partir de ahora, de una versión actualizada, y real, de su particular Slam Dunk.

Jacobo León
jakovich90
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