Antes de empezar a profundizar en la estancia del base estrella jugando como local en el TD Garden hay que regresar un par de temporadas atrás. No creo que sea muy difícil dado que ese “Triple de Kyrie Irving” narrado por Guille Giménez ha dado la vuelta al mundo desde entonces. Una época donde “el príncipe de la NBA” vivía aún en casa sin emanciparse de su padre baloncestístico.
El inicio de carrera del jugador natural de Australia ha sido uno de los que desea un chaval que pasa de la NCAA a dar el salto como profesional. Ganar un anillo y ser una pieza fundamental para ello es con lo que sueñan la mayoría de los jugadores, pero hacerlo muy pronto en algunos casos no es tan positivo, como puede ser este. Desde muy pronto Kyrie ya sabía lo que era ganar y no iba a tener esa espina clavada que le obligue a “hacer un Kevin Durant” y unirse a uno equipo ya candidato al anillo o ser como Damian Lillard que se mantiene fiel a sus colores prefiriendo ganar en casa que irse a otro lugar.
El gran escenario que tuvo Irving en sus primeros años le dio el estatus de superestrella de la liga, lo que hizo que su “autoestima”, vamos a llamarlo, subiera hasta límites incalculables. Esto le hizo tener la brillante idea de querer ser el líder de un equipo campeón sobre la cancha. Algo que se propuso hacer en el conjunto verde pero que no sabía todo lo que iba a acarrear llevar las riendas sin otra estrella al lado.
La primera season en la que íbamos a ver a ese Kyrie sobrado de galones y llevando a los suyos hacia la gloria solamente fue un espejismo. Como todos recordaremos, tras una regular bastante buena y reviviendo ese espíritu Celtics de ser un equipo que luche por el anillo, todo se quedó en la nada. En teoría no iba a tener su oportunidad de cumplir su objetivo de ser el único jugador importante de la franquicia ya que iba a compartir pista con Gordon Hayward, quien venía de ser la estrella de Utah Jazz.
Por mala suerte para Boston en el inicio de temporada, en el primer partido, Hayward se lesionó y quedó fuera de las canchas durante un muy largo periodo de tiempo. Todo el peso ahí caía sobre los hombros del base y llegaba la prueba del pañuelo para saber si podía ser un líder.
A la hora de la verdad, cuando llegaban los playoffs, Kyrie se lesionó y los Celtics quedaban con un “grupo de niños” y Horford de cara al momento más importante del año. Ahí fue cuando, para sorpresa de todos, el equipo llegó hasta la Final de Conferencia y estuvo muy cerca de acabar con el reinado de Lebron. Ahora es cuando llega la pregunta: ¿Realmente es Kyrie una superestrella o solo un muy buen jugador?
Partamos de la base de que gran parte del público general tiene a Klay Thompson como un complemento de los Warriors y no como un potencial jugador franquicia para centrar un proyecto en él. Esto se debe a que ha convivido con grandes nombres como Curry, Durant o Green en una armonía dirigida por Kerr en la que los egos prácticamente no han existido. Realmente un perfil como Klay es algo con un valor incalculable y que se aleja mucho de lo que hemos visto de Irving en los últimos meses.
El comportamiento de Kyrie ha sido totalmente distinto a la que debería de tener un referente de un equipo. Sin ir más lejos y siguiendo con la comparación con el escolta de La Bahía quiero lanzar otra pregunta: ¿Qué mentalidad es más propia de una estrella, la de Kyrie o la de Klay?. Quien responda la primera opción creo que no ha estado al tanto de la mala gestión que ha tenido Irving de sus apariciones públicas y filtraciones que ha tenido durante los primeros seis meses de 2019.
Por un momento parecía que esa tozudez de Kyrie estaba desapareciendo, pero solo fue una de cal entre un millón de arena. Aunque pareciera que estaba esforzándose para encajar en los sistemas de Stevens, cosa de la que escribí encandilado por el espejismo que fue, realmente solo fragmentó un vestuario que gozó de ser un contender sin él.
La calidad de Irving es sobradamente de estrella de la liga, creo que de eso no cabe duda, el problema llega después cuando hablamos del IQ y forma de ser. La personalidad del base está muy lejos de ser un Duncan, un Kobe o un Nowitzki, y no creo que haga falta mencionar a Jordan. Esto es lo que genera tantas dudas sobre él y ha hecho fracasar el que podría haber sido un año mágico para una afición muy exigente.
Volviendo a la comparación con Klay, recalquemos que esa capacidad de encajar con nuevos sistemas y jugadores (entendiendo que Thopmson ha sido fundamental antes y después de KD) le ha faltado a Irving. Su idea inicial de cuando llegó a Boston era ser a referencia sin contar con la explosión de Jayson Tatum, Jaylen Brown o Terry Rozier, lo que truncó su plan. ¿Qué es lo que debería de haber hecho Kyrie?, pues muy sencillo, asumir menos peso en el juego y darse cuenta de todas las ventajas que hubiera tenido realizar un juego mucho más colectivo. Si la forma de entender el baloncesto de Irving fuera diferente seguramente hubiéramos visto a unos Celtics dominando en el Este o al menos compitiendo por ello sin ser barridos de esta manera por los Bucks.
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