Contratos tóxicos de cara a la temporada 2019/2020

Contratos tóxicos de cara a la temporada 2019/2020

07/05/2019 0

La NBA posee unas reglas contractuales muy particulares. La existencia de los límites salariales, las cantidades máximas y mínimas permisibles, los distintos tipos de contrato existentes… La suma de tantas cosas supone un enorme quebradero de cabeza para los General Managers. No es de extrañar que estos, en ocasiones, ofrezcan ciertos contratos popularmente conocidos como “tóxicos”. Con esto nos referimos a situaciones en las que se ha firmado demasiado dinero por jugadores que, ya sea por lesiones, por edad, o simplemente por rendimiento, no resultan rentables para la franquicia. Esto limita a los equipos de cara a posibles movimientos futuros, que necesitan de espacio salarial para llevarse a cabo. En este artículo trataremos 10 situaciones contractuales complicadas para las franquicias de cara a la próxima temporada. Eso sí, me gustaría aclarar, que no están ordenadas bajo ningún criterio, más allá del orden alfabético de los equipos a los que pertenecen.

Gordon Hayward

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Gordon Hayward  salió a la agencia libre de 2017 tras haber hecho la mejor temporada de su carrera, con 27 años, promediando 21.9 puntos, 5.4 rebotes y 3.5 asistencias con un porcentaje de 39.8% desde el triple en 34.5 minutos por encuentro. Esa campaña fue All-Star por primera vez, y guió a unos sorprendentes Utah Jazz a la segunda ronda de Playoffs de la conferencia oeste. Ese verano, los Boston Celtics le firmaron un contrato de cuatro años a razón de 128 millones de dólares, una incorporación que, junto a la de Kyrie Irving, y el bloque joven que ya poseían, ilusionaba a los fans de los orgullosos verdes. No obstante, en su primer partido con la elástica verde, Hayward caía gravemente lesionado de su tobillo izquierdo, lo cual le hizo perderse la totalidad de su primer curso como Celtic. Tras la lesión, su rendimiento sigue siendo el de un jugador más que válido para la liga, pero ni se acerca al rendimiento esperado. Hayward tiene garantizados 32.700.690 dólares la temporada 2019-2020, y 34.187.085 en la 2020-2021, unas cifras astronómicas para un jugador de 11.5 puntos, 4.5 rebotes y 3.4 asistencias en 25.9 minutos por partido, sin ser siquiera titular. Si bien es cierto que no es descabellado pensar que en las próximas temporadas pueda recuperar, al menos, parte de su nivel anterior a la lesión, como ya ha mostrado durante estos playoffs, a día de hoy el contrato de Hayward supone una losa salarial para unos Boston Celtics que este verano tienen que afrontar la renovación de su jugador franquicia Kyrie Irving, y quieren intentar un traspaso por Anthony Davis.

Nicolas Batum, y los Hornets

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Entre Nicolas Batum, Bismack Biyombo, Michael Kidd-Gilchrist, Marvin Williams, y Cody Zeller, los Charlotte Hornets tienen 85.043.377 $ comprometidos para la próxima temporada. Especialmente llamativo es el caso de Nicolás Batum, quien en 2016 firmó un contrato de 120 millones en cinco temporadas. Tras aquel año, que Charlotte entró en la post-temporada, y parecía que la cosa sólo podía mejorar, el rendimiento del francés no ha hecho más que decaer, y este curso, con sus 30 añazos ya, ha promediado 9.3 puntos, 5.2 rebotes y 3.3 asistencias. Batum no está siendo ni remotamente ese factor diferencial que desde la franquicia esperaban en el puesto de alero, ni siquiera el jugador que rindió tan bien como complemento en sus primeros años en Charlotte, y con su edad ya no se espera mucha mejora (véase ninguna).

Bismack Biyombo es también otro caso de un jugador que rindió bien justo antes de ser agente libre, y así se ganó un contrato muy por encima de su valor real. Tras unos playoffs impresionantes en 2016, donde fue de menos a más, y fue el ancla defensiva de Toronto, salió a la agencia libre, y los Orlando Magic (que no sé en qué estaban pensando), le ofrecieron 70 millones durante los cuatro años siguientes. Ese contrato termina el próximo año, cuando tendrá una opción de jugador de 17 millones de dólares (mucho se tendría que torcer la cosa para que no la aceptara). Durante este contrato, ha promediado unos pobres 5.5 puntos y 4.2 rebotes en 18.9 minutos por choque. Será curioso ver cómo afectan estos dos contratos a la agencia libre de Kemba Walker: el base querrá un contrato máximo (merecidísimo), y los Hornets no podrán ofrecerle una mejora del equipo vía agencia libre para convencerle de quedarse, ya que no tendrán espacio salarial.

¿Otto Porter Jr?

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El caso de Otto Porter es algo complicado, puesto que tras su traspaso, parece que ha rendido mucho mejor que en Washington. El jugador elegido en la tercera posición del draft de 2013, firmó en 2017 un contrato de 106.5 millones de dólares en los siguientes cuatro años, con el objetivo de formar un big three con John Wall y Bradley Beal, que llevase a los capitalinos hasta el anillo. Sin embargo, en la primera temporada y media de su nuevo contrato con los Wizards nunca consiguió alcanzar los 15 puntos de promedio, y no pasó de ser un destello de lo que se esperaba. Por ello, la franquicia decidió traspasarlo en la fecha límite a Chicago, a cambio de Jabari Parker, Bobby Portis y una futura elección de segunda ronda. Tras este traspaso, Porter ha aportado muchísimo más, con unas marcas de 17.5 puntos, 5.5 rebotes y 2.7 asistencias con un impresionante 48.8% en tiros de tres en los 15 partidos que ha disputado. Ahora hay que ver si estos números son un espejismo, o seguirán creciendo y justificarán su contrato, junto con un joven equipo que promete dar guerra los próximos años en el este.

Kevin Love y los Cleveland Cavaliers

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Una vez más, la salida de LeBron James ha traído el drama a Cleveland. 19-63 de récord, penúltimos en su conferencia, y para colmo, tienen 117.177.166 dólares comprometidos en contratos para el próximo año. Kevin Love firmó el verano pasado una extensión por 120 millones de dólares entre 2019 y 2023, es decir, que empezará con 31 años y finalizará con 35. En un equipo como Cleveland, destinado a tankear y formar un núcleo joven los próximos años, este jugador con este sueldo no parece encajar. Unos treinta millones por curso para un jugador, que nunca ha demostrado poder llevar a un equipo a nada sin LeBron James al lado, y para colmo, el sus últimos años de carrera, con un rendimiento que irá a menos temporada tras temporada.

A este contratazo, hay que sumarle otro que, en su momento, dio mucho que hablar. En octubre de 2015, con la temporada ya empezada, y después de un verano de durísimas negociaciones, donde los Cavs no querían darle el dinero que pedía, Tristan Thompson firmó un contrato de cinco años por 82 millones de dólares. A pesar de las severas críticas recibidas por este contrato (demasiado dinero para un especialista en el rebote), sería un jugador clave ese mismo año en la consecución del primer anillo de la historia de los de Ohio, así como en las siguientes dos temporadas jugando al lado de LeBron James y compañía. No obstante, a día de hoy, la situación es mucho más complicada: el canadiense está pasando por una temporada marcada por las lesiones, y cobrará el año que viene 18.539.130 dólares, un salario muy alto para un jugador con un rol muy específico, que sin el objetivo del anillo, no tener mucho sentido. A estos dos contratos, hay que sumarles otros como los 15.643.750 dólares que cobrará Brandon Knight, o los 10.482.396 millones que se embolsará John Henson.

Reggie Jackson

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Reggie llegó a Detroit en febrero de 2015, después de haber deleitado al mundo en OKC aprovechando la lesión que tuvo apartado a Russell Westbrook unos meses atrás. Jackson llamaba a las puertas de la titularidad en algún equipo, cosa evidentemente inviable en Oklahoma, y Detroit fue el equipo que apostó por él. La siguiente temporada y media fue muy buena para él, y parecía que, junto con Andre Drummond, podría ser el jugador que llevase a Detroit a ser un equipo contender por primera vez desde hacía mucho tiempo.

Renovó en verano de 2015 por 80 millones de dólares en cinco años, un contrato aparentemente acorde con su rendimiento, pero a día de hoy, pocos son los que siguen pensando en él como una futura estrella de la liga. Jackson no ha vuelto a ser el mismo desde que cayese lesionado antes de empezar el año 2016-2017, y esos 18.086.957 dólares que cobrará el próximo año, bien podrían ser utilizados en otro jugador que sacase a los Pistons de esa “no man’s land” en la que se encuentran, sin ser un candidato al trono del este, ni tener una elección alta en el draft.

Chris Paul

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Para el que no esté muy informado sobre el tema, puede sorprender ver a un futuro Hall of Famer como Paul en esta lista, quien a día de hoy sigue siendo uno de los mejores bases de toda la liga, y un escudero de lujo para los Houston Rockets de James Harden. Su problema no es tanto a corto plazo, donde se espera que siga rindiendo, como la larga duración de un contrato con una altísima ficha: en 2019-2020 cobrará 38.506.482$, en 2020-2021 serán 41.358.814$, y en 2021-2022 (¡¡con 37 años!!), 44.211.146$. Un contrato máximo, que asegura tener a un base de élite para luchar esta misma temporada por el anillo, pero que, salvo sorpresa, será cada año más perjudicial para los Rockets. Da miedo sólo de pensar en un jugador de 37 años con semejante sueldo. Tendremos que ver cómo se las ingenian los de Texas para que no les cause mucho destrozo pagar más de 44 millones de dólares a un jugador de 37 años.

Chandler Parsons

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He aquí un clásico en este tipo de artículos. Llegó a la NBA como un jugador de segunda ronda del draft 2011, pero tres ilusionantes temporadas en Houston, donde llegó a ser una pieza muy importante promediando más de 16 puntos por partido, le hicieron ganarse un contratazo. Dallas le ofreció en 2014 un contrato de tres años por 46 millones de dólares. Allí, las lesiones no le permitieron ser el mismo que en Houston, pero se seguía atisbando ese potencial jugador que prometía. Rechazó su opción de jugador en su tercer año, y firmó en 2016 un (incomprensible) contrato de cuatro años a razón de 94 millones de dólares con los Memphis Grizzlies. Desde entonces: lesiones, problemas de peso, problemas extradeportivos (es más conocido por ser “un picaflor” que por cualquier otra cosa)… Y un total de 95 partidos en tres temporadas. Sus promedios, 7.2 puntos, 2.6 rebotes y 1.8 asistencias por encuentro, tampoco se han acercado ni remotamente a lo esperado. Un contrato que, a día de hoy, lo mejor que tiene es que acaba el próximo año. Fracaso donde los haya.

Hassan Whiteside

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El caso Whiteside fue todo un fenómeno en la temporada 2014-2015. Un absoluto desconocido que, de la noche a la mañana, hacía triples dobles con rebotes y tapones, y parecía que sería el próximo gran defensor de la liga. En 2016, tras poner la friolera de 3.7 tapones por encuentro ese curso, firmó un contrato de 94 millones por cuatro años. Esa misma temporada promediaría 17.0 puntos, 14.1 rebotes y 2.1 tapones, que a pesar de no meter a su equipo en la post-temporada, ilusionaban al aficionado Heat. No obstante, desde entonces su aportación en ataque, así como sus minutos, han ido disminuyendo año tras año, y a día de hoy sus muy buenas cifras en rebotes (11.9/partido) y tapones (2.0/partido), no parecen justificar los 25.434.263 dólares que está cobrando, ni los 27.093.019 que cobrará el año que viene. Es una pieza importante en el sistema de Spoelstra, pero el tiempo y la estadística avanzadas, nos ha hecho ver que, a pesar de su intimidación, no es un jugador diferencial en defensa, y desde luego no es alguien que merezca la millonada que cobra.

Andrew Wiggins y los Wolves

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Una sola ronda de Playoffs desde 2004. La gerencia de este equipo ha sido todo un espectáculo estos años, y los contratos firmados no son una excepción. En 2016 renovaron por 64 millones en cuatro años a Gorgui Dieng, un jugador que, a pesar de haber mejorado poco a poco todos los años, nunca dio indicios de pensar que sería mucho más que un pívot titular y punto. Para colmo, los últimos dos años ha sido relegado al banquillo, con Karl Anthony Towns y Taj Gibson como interiores titulares. Sus paupérrimas estadísticas (6.4 puntos y 4.1 rebotes en 13.6 minutos por noche), hacen que nadie entienda cómo se le pudo firmar el contrato que tiene, ya que ni antes había rendido como para ello, ni después ha cumplido lo esperado.

Por si no era suficiente, tenemos el caso Wiggins. El canadiense fue primera elección del prometedor draft 2014, fue novato del año, y sobre todo fue la ilusión de toda la afición de Minnesota durante ese tiempo. Con la llegada de Karl Anthony Towns el año siguiente, su progresión se estancó, pero desde la gerencia confiaban en él. Tanto, que en 2017 le ofrecieron una renovación por cuatro años y 146.6 millones de dólares. Casi 30 millones por temporada para la, teóricamente, segunda espada del equipo. Ahora bien, Wiggins no ha demostrado atisbo alguno de mejora desde… Que llegó a la NBA. Está haciendo sus peores números anotadores desde que era rookie, los peores porcentajes en tiros de campo de su carrera, es una lacra defensiva, y combina un partido bueno con cinco malos. Si bien sigue teniendo un amplísimo margen de mejora (algunos aún creemos en él, sólo tiene 24 años), parece que no está alcanzando ni remotamente las expectativas que creó al llegar a la NBA.

El caso John Wall y Washington

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En la capital estadounidense tienen, probablemente, la peor situación contractual de la NBA, que los condenará al tanking durante los próximos años. Para empezar, el año que viene tienen que pagar 15.450.051 dólares a Ian Mahinmi. Este jugador consiguió firmar en 2016 un contrato de cuatro años por 64 millones de dólares con los Wizards, y a día de hoy, seguimos sin explicarnos por qué. Empezó lesionado, perdiéndose gran parte de su primera temporada en la capital, y en los casi tres años que lleva en Wizards, nunca ha superado los 17 puntos en un partido (alcanzado dos veces nada más), y no ha conseguido ser ni la sombra del ancla defensiva que se esperaba. A día de hoy, está fuera de la rotación, y su contrato no es más que un lastre para la temporada que viene, que por suerte para su equipo, es la última que le queda.

Sin embargo, su gran problema se encuentra en quien ha sido su mejor jugador desde hace ya unas temporadas: John Wall. En verano de 2017 firmó una extensión por 170 millones en cuatro años, que empezará este año 2019, un contrato que tenía todo el sentido del mundo en su momento… Pero el panorama ha pegado un vuelco radical. Wall se operaba el pasado mes de diciembre de su pie izquierdo, donde sufría dolores desde hace tiempo, y renunciaba a esta temporada para volver a tope el año que viene. Pero en su recuperación, resbaló en su casa y se rompió nada más y nada menos que el tendón de Aquiles, una de las peores que puede sufrir un jugador de baloncesto. Habrá que ver cómo vuelve el base formado en la universidad de Kentucky, pero los antecedentes no son buenos. Los más de 42 millones de dólares que cobrará de media durante las próximas cuatro temporadas dan miedo sólo de pensarlo, y pueden acabar obligando la franquicia a sumergirse en una larga reconstrucción para enmendar la situación.

Menciones especiales

Por supuesto, hay muchos más jugadores sobrepagados, pero si el artículo ya me ha quedado largo, imaginad si me pongo a hablar de ellos en profundidad. Por un lado, tenemos los 18.5 millones que cobrará Allen Crabbe la próxima temporada, un jugador que, si bien es importante en Brooklyn, nunca ha demostrado ser más allá de un complemento. También tenemos los 16.720.000 dólares que cobrará Timofey Mozgov en Orlando el año que viene. El contrato que le firmaron Los Angeles Lakers en 2016 de 64 millones por cuatro años no tenía ni pies ni cabeza cuando se lo firmaron, y hoy en día, lesionado, tampoco lo tiene. Finalmente, el contrato de Evan Turner, que cobrará 18.606.557 dólares el próximo año, también podría haber sido incluido aquí. Aunque es un jugador importante en la rotación de Portland, nunca se ha asentado como titular, y desde que llegó en 2016 no ha conseguido justificar ese altísimo salario.

 

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Gustavo Zaragoza
Gustavo Zaragoza
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