Leta Andrews: toda una vida dedicada al baloncesto

Leta Andrews: toda una vida dedicada al baloncesto

02/03/2019 0

Horas antes de dar comienzo el All-Star Weekend, la NBA celebró una rueda de prensa para anunciar a los finalistas para la clase del Hall of Fame de este año. Esta lista, como cada año, está llena de leyendas. Nombres como los de Ben Wallace, Chris Webber o Sidney Moncrief forman parte de ella. Entre los 13 seleccionados encontramos a algunos poco conocidos por el público general. Un buen ejemplo son los entrenadores universitarios Barbara Stevens, cinco veces elegida como Entrenadora del Año en la segunda división de la NCAA, y Eddie Sutton, elegido en cuatro ocasiones como Entrenador del Año en la primera categoría de la liga colegial.

Entre los miembros de esta lista poco conocidos a nivel mediático, encontramos a otra entrenadora. En su caso, jamás dirigió a ningún equipo profesional. Tampoco entrenó en la NCAA. Solamente trabajó para para conjuntos femeninos de high school. Hablamos de Leta Andrews. En 52 años de carrera, se sentó en los banquillos de los siguientes institutos: Tolar, Gustine, Comanche, Calallen y Granbury. Durante este enorme periodo de tiempo, ganó nada más y nada menos que 1416 partidos. Esta cifra supone el récord de victorias por parte de un head coach en competiciones de instituto. También cabe destacar que siempre entrenó a equipos de Texas, su estado natal.

Leta Andrews ganó 1416 en 52 años de carrera como entrenadora. gosanangelo.com

Leta Andrews tuvo que superar muchas dificultades hasta triunfar. Creció en una granja familiar a las afueras de Granbury, en la que tuvo que lidiar con la pobreza durante años. Empezó su carrera como entrenadora a principios de la década de los 60. Lo hizo con solo 24 años y en una época en la que prácticamente todos los banquillos estaban ocupados por hombres. De hecho, aún no se había aprobado el Título IX, una ley que prohíbe la discriminación por razón de sexo en los programas y actividades de instituciones educativas de todos los niveles que reciban fondos federales. Esta enmienda no se promulgó hasta el año 1972. Por lo tanto, estuvo entrenando durante una década sin tener protección alguna ante cualquier tipo de discriminación sexual.

Andrews se vio ante la necesidad de demostrar una y mil veces que merecía el cargo que ocupaba. Y, por supuesto, lo hizo. Sus jugadoras la definían como una entrenadora muy dura y exigente que siempre esperaba lo mejor de cada miembro del equipo, tanto dentro como fuera de la pista. Lo hacía sin excepciones y sin tener ninguna preferencia hacia ninguna jugadora en particular. Ni siquiera cambió esa filosofía cuando alguna de sus tres hijas formó parte de la plantilla (todas sus primogénitas acabaron jugando en la universidad de Texas).

Durante muchos años, el baloncesto femenino en los institutos era completamente distinto al masculino. Los partidos eran de seis contra seis, con tres forwards y otras tantas guards por equipo. Estas últimas solamente podían defender, mientras que las interiores eran las encargadas de anotar. El bote estaba limitado, pues una jugadora solo podía botar el balón dos veces de forma consecutiva. Si lo hacía, debía lanzar obligatoriamente a canasta en caso de ser forward. Si era una exterior, estaba forzada a pasar la pelota a una compañera. Tampoco había línea de tres, la cual se instaló a mediados de los 80. Por aquel entonces, el baloncesto “seis contra seis” estaba prácticamente extinto.

Hasta finales de los años 70, el baloncesto femenino se jugaba con seis jugadoras en cada equipo. nypost.com

La legendaria entrenadora fue una de las principales impulsoras en la desaparición de esta modalidad, logrando que las mujeres jugaran con las mismas reglas que los hombres. De hecho, Texas fue uno de los primeros estados que la eliminó. También apoyó la inclusión de la línea de tres puntos en las competiciones de high school. Como hemos dicho anteriormente, esta no se implantó hasta bien entrada la década de los 80, en el año 1987.

Tras más de cinco décadas dirigiendo a varios equipos texanos, Leta Andrews decidió retirarse en 2014. Tenía 76 años y una fantástica carrera que la convertía, sin ninguna discusión, en toda una leyenda. Dejaba en los anales de la historia las ya mencionadas 1416 victorias, una cifra que parece muy difícil de igualar. La mítica entrenadora llevó a sus distintos equipos a 16 participaciones en la Final Four estatal. Después de asistir a este evento en varias ocasiones, Andrews consiguió llegar a lo más alto. Lo hizo con el instituto de Calallen, ganando el campeonato estatal en 1990.

Una vez dejó los banquillos, siguió recibiendo todo tipo de reconocimientos por su trayectoria. Fue introducida tanto en Salón de la Fama del baloncesto femenino estadounidense como en del deporte texano. En 2015, fue finalista para el Hall of Fame del baloncesto mundial. En esa ocasión, no fue una de las elegidas. Este año tiene una nueva oportunidad para formar parte de él. La clase de 2019 será anunciada en una rueda de prensa durante la Final Four masculina de la NCAA en Minneapolis.

Pese a los nombres que hay entre los finalistas, Leta Andrews merece pertenecer al Salón de la Fama. Por su dedicación e implicación en el baloncesto. Por atreverse a formar parte de un mundo que, cuando daba sus primeras órdenes como entrenadora, parecía destinado solamente a los hombres. Ayudó a cambiar un baloncesto femenino que no se jugaba con las mismas reglas que el masculino. Dio todo por el baloncesto durante gran parte de su vida y ha llegado el momento de que este deporte la recompense como es debido. Porque esa niña que creció en una granja familiar ha hecho todos los méritos posibles para formar parte de las mejores páginas de la historia del baloncesto.

Jordi Ribera Vidal
Jordi Ribera Vidal
Redactor de NBA.
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