Hay muchas formas de entender y practicar el baloncesto, pero solamente ha habido una jugadora que al máximo nivel lo ha visto como una cancha callejera donde el crossover y los handles se hacen algo habitual.
Seimone Augustus es una de las mejores de la historia y toda una leyenda en activo, y seguramente lo primero que se venga a la cabeza al pensar en ella sea el show que ha desplegado en la pista durante toda su carrera. Quizá sería más normal imaginarla con alguno de sus trofeos de campeona de la WNBA o medallas de oro en los Juegos Olímpicos, pero esas competiciones las han ganado muchas jugadoras e imitar lo que ha hecho ella sobre el parqué no lo ha podido hacer nadie.
¿Poesía en movimiento? Creo que ese término está muy gastado y una deportista única como Mone merece ser definida de otra forma. Es alguien que ha sido capaz de parar el tiempo con sus tiros en suspensión tras juego de manos uniendo la magia y habilidad de su crossover con la elegancia y efectividad de su lanzamiento.
Muchas de las jugadas que ha dejado Augustus durante todos los años que lleva en la WNBA han estado prácticamente a la altura de muy pocas, por no decir de casi nadie. Se puede intentar imitar o hacer cosas parecidas, pero igualarlo al detalle es imposible. Ojalá fuera tan fácil, pero hay pocas probabilidades de volver a ver una jugadora que recoja todas las características que tiene Seimone.
Hay que recordar que en el 2009 sufrió una lesión de ligamento cruzado. También en el 2010 se vio alejada de las pistas por problemas médicos, ya que se vio obligada a someterse a una cirugía para extirparse unos fibromas, incluido uno del tamaño de una pelota de golf.
Antes de eso metía más de 20 puntos por noche con las Minnesota Lynx desde el 2006 que fue drafteada con la primera elección. Tras las bajas que sufrió no llegó a esas cifras anotadoras excepto en una ocasión. En los playoffs de 2011 se vio a la mejor Mone después de la lesión.
En su primer campeonato las ganas de competir hicieron olvidar cualquier tipo de problema físico que haya sufrido. Desde que llegó a la liga se vio en un equipo en reconstrucción y una vez llegó la entrenadora que cambiaría todo junto a Maya Moore ella estaba saliendo de una temporada de adaptación a la dinámica competitiva tras estar entre consultas de especialistas médicos.
Durante los 8 partidos que disputó en sus primeros playoffs junto a Maya se vieron destellos de la Mone que fue antes de desgarrarse el cruzado. Tuvo un promedio de 22 puntos con 52.7% en tiros de campo, 43.8% en triples y 88.6% desde la personal, teniendo una efectividad de lanzamiento impecable.
Ese gran nivel no solamente la llevó a su primer anillo, sino a ganar el premio de MVP de las Finales de una forma unánime tras conquistar a todo el mundo con sus espectáculos poniendo a bailar a las rivales con sus movimientos con el balón en las manos que eran únicos. Sus cambios de ritmo a la hora de driblar a su defensora están en la delgada línea del deporte y el arte.
Durante 2012 y 2013 se adaptó del todo al cambio de una plantilla muy débil a compartir vestuario con muchas estrellas. Ya no era la única que brillaba en el cielo de Minnesota. En esas temporadas fue All-WNBA First Team y titular en el All-Star, siendo fundamental en el segundo anillo de la dinastía.
En el 2015 estaba lejos de lo que podría haber sido sin lesiones, pero seguía manteniéndose a nivel de All-Star siendo parte de uno de los mejores equipos de la historia. Por desgracia en esa misma temporada estaba luchando contra una lesión en la rodilla derecha y estuvo de baja indefinida para someterse a una cirugía.
Aunque eso no le iba a impedir llegar al momento más importante del año para pelear de nuevo por un anillo con sus compañeras a las órdenes de Cheryl Reeve. En esos playoffs jugó más partidos que nunca y estuvo 34.4 minutos de media en la pista. Su instinto de competidora nata era más fuerte que cualquier molestia que pudiera tener y estuvo presente en el tercer campeonato de su carrera.
Ya en el 2017, cada vez más adentrada en su madurez deportiva, confió casi todo el peso ofensivo en sus compañeras y mostró una versión más organizadora. Pero sin perder su elegancia a la hora de desequilibrar a las defensas como lleva haciendo desde siempre. Anotar menos no significa bajar la calidad de cada una de las canastas.
Y es que Seimone no es solo especial dentro de la cancha, sino también fuera de ella. Es muy raro que una jugadora que haya compartido vestuario con ella diga lo contrario. «Me reía bastante con ella, porque es un poco payasa. De hecho hubo un partido en que, no sé cómo, acabe metiéndole el dedo en la nariz… Recuerdo que nos reímos mucho en los entrenos porque durante el partido no te das cuenta de esas cosas. Seimone, como compañera, te lo hace todo más fácil» nos dijo Anna Cruz en una entrevista que pudimos hacerle.
Una buena forma de describir a Augustus cuando juega a baloncesto son las palabras de Rebekkah Brunson cuando estaban juntas sobre la pista: «Mone, cuando ella está dentro… Está dentro. Le apasiona lo que hace y te alimentas de ese tipo de energía«.
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