Opinión | Talento puro: ¿realidad o ficción?
La rivalidad por el MVP de la NBA de estas dos últimas temporadas ha traído muchos debates. Harden y Giannis alientan las quejas del respetable sobre tiros libres, pasos y otro sinfín de aprovechamientos de las reglas que tienden a calificar de trampas. Pero hay otro debate que han abierto recientemente con unas polémicas declaraciones del escolta: el del talento. Con abrir no insinúo que sean ellos quienes hayan inventado esta dialéctica, pues toma ya unos tintes bastante añejos.
“Una estrella no nace, se hace” o “10% talento, 90% trabajo duro” son solo algunos de los clichés repetidos hasta la saciedad en filmes hollywoodienses, que identifican el éxito con la superación y no con una situación favorable, provocando la carcajada del público. Todos tenemos bastante claro lo que es el trabajo duro, pero ¿qué es el talento? ¿Es acaso esa especie de superpoder o don que algunos nos hacen creer? Si no queréis esperar a acabar el artículo, ya os lo digo yo: no.
Cabe resaltar que, por derivación de ese afán peliculero, el término ‘talent’ en inglés difiere en significado del ‘talento’. Pero ni aun así se debería hablar de una supuesta capacidad técnica innata para desarrollar una actividad. De todas formas, vayamos primero a su significado estricto en español.
El término ‘talento’ hace exclusivamente referencia a la aptitud de determinada persona para desarrollar una actividad, la habilidad para llevarla a cabo de manera adecuada. Por lo tanto, tener talento para el baloncesto no sería otra cosa que estar capacitado para poder jugarlo de correctamente. Si la prensa hubiera traducido ‘skill’ (la palabra exacta que dijo Harden) como habilidad, que es lo habitual, en vez de como talento, el malentendido hubiera sido menor, pero ese es otro tema.
Descartada queda entonces cualquier narrativa que defienda que Harden tiene mayor talento para jugar al baloncesto que Giannis. Ambos son jugadores absolutamente determinantes y dominantes en el juego actual, sea cual sea la razón por la que lo son, ya que el talento no hace referencia a los motivos de la adquisición de las aptitudes.
Vayamos entonces al santo grial de los gurús del baloncesto: el talento puro. Una especie de magia con la que determinados elegidos nacen. Los amantes de lo innato y lo intrínseco aseguran que hay personas que nacen con unas capacidades, excluyendo aquellas que dependan del físico, que les permiten desarrollar mejor una actividad. El determinismo aplicado al deporte.
Precisamente esas capacidades físicas de las que no hablan son las únicas innatas, pues la altura, envergadura o tamaño de piernas y manos no dependen de ningún factor manipulable, salvo que seas Leo Messi. Botar un balón, lanzar a canasta o posicionarte correctamente ante un atacante son habilidades aprendidas.
Tampoco existe una predisposición natural a aprender una serie de movimientos, salvo que tus cualidades físicas sean las idóneas, como pretende hacernos creer el ‘talent’ anglosajón. Esta visión del talento innato viene de la visión sesgada de los atletas. Vemos el resultado, pero no el trabajo detrás de este, lo que nos lleva a pensar que de verdad esa persona nació con una facilidad mayor para botar un balón o meterlo en una canasta.
Este supuesto talento muchas veces se identifica en bocas de los supuestos intelectuales con la técnica. Antaño hubiera podido interpretarse favorablemente para los Curry, Harden y compañía, ya que sus físicos de menor tamaño y mayor ligereza les permitían ejecutar movimientos a una más rápido. Pero fisionomías como las de Giannis o Durant desmontan este mito, pues permiten a jugadores de gran tamaño realizar acciones hasta ahora impensables para jugadores tan altos.
Como ya adelantábamos antes, es precisamente esa fisionomía lo único que podría calificarse de talento puro, pues medir 2’11 metros y tener 221 centímetros de envergadura suponen una ventaja en un deporte en el que hay que introducir un balón en un aro situado a 7 pies del suelo. Igualmente poder cruzar media pista con 4 zancadas debido a unas piernas más largas de lo habitual te facilitarán llegar a la canasta.
Por lo que, si de verdad fuera necesario perder el tiempo con una discusión tan banal como quién desciende de una alcurnia más selecta, podríamos concluir que Antetokounmpo tendría más ‘talento puro’. Como no lo es, podemos pasar a descifrar cuál de los dos jugadores es mejor mediante argumentos realistas y menos propios de obras de ficción.
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