El nuevo Chase Center de los Warriors es una máquina de generar dinero
La NBA es un negocio. No hay tiempo para sentimentalismos y los Warriors, pese a vivir la mejor época de la historia de la franquicia en el Oracle Arena, sabían que tenían que aprovechar la oportunidad de mudarse de Oakland a San Francisco para consolidarse entre las franquicias más ricas y poderosas de la liga.
El hogar de los Warriors desde 1971 fue el Oakland Arena. Cambió de nombre por temas publicitarios. En mayo de 2012 la franquicia californiana anunció que se mudaba a la Bahía de San Francisco para construir uno de los mejores y más modernos pabellones del mundo. Tras una inversión privada de 500 millones de dólares y muchos problemas medioambientales que dificultaban los permisos para construir el complejo deportivo y comercial, los Warriors pudieron hacer la ceremonia de la primera piedra en enero de 2017. Dos años y medio después, por fin pudieron estrenar el flamante Chase Center el pasado jueves recibiendo a los Clippers de Kawhi Leonard. El pabellón cuenta con todos los servicios y modernidades propias de una franquicia del siglo XXI y tiene una capacidad para 18.000 espectadores sentados.
La inversión de 500 millones de dólares para su construcción puede parecer una monstruosidad pero un estudio estima que los Warriors van a recibir unos ingresos de aproximadamente ¡¡¡700 millones de dólares anuales!!! en patrocinadores e inversiones.
La cifra es más que mareante ya que son 250 millones más de los que reciben los Lakers por el Staples Center o los Knicks por el Madison Square Garden, los dos pabellones que más ingresos generaban hasta entonces.
El Delta Center sitúa a los Warriors como la segunda franquicia deportiva americana que más dinero ingresa por su pabellón, tan sólo detrás del equipo de américa en la NFL, los Dallas Cowboys.
Joe Lacob y Peter Guber, propietarios de los Golden State Warriors, tenían claro que, aunque mudar a la franquicia de Oakland a San Francisco iba a no ser plato de buen gusto para sus aficionados veteranos, sobre todo los que vivieron la travesía del desierto de los años 80 y 90, la decisión tenía que tomarse para instalar a los Warriors entre la élite de la NBA. Ubicar el pabellón del equipo en esa zona conjuntaría el glamour de una franquicia histórica de la liga, el valor de los Splash Brothers y el lujo de una ciudad moderna e internacional repleta de millonarios con una clase media muy pudiente. Una conjunción de factores que no puede sino hacer fluir el dinero a niveles antes no conocidos.
Menos mal que existe el límite salarial porque si no, los Warriors no tendrían apenas barreras para conformar una plantilla repleta de estrellas.