El adiós a una era y la virtud de la paciencia
Se había convertido en inevitable y finalmente se ha confirmado: Russell Westbrook abandona Oklahoma City tras once años y toda una carrera profesional dedicada a la franquicia que apostó por él para dar el salto a la NBA.
Esta madrugada saltó la bomba –inesperada, por otro lado, teniendo en cuenta que todas las especulaciones y miradas apuntaban a Miami- en forma de traspaso entre los Thunder y los Rockets. Una operación que incluye un paquete compuesto por Chris Paul y varias futuras selecciones del Draft a cambio del que ha sido la cara visible de la franquicia durante los últimos años.
Para los Thunder, este movimiento supone el paso definitivo –muerte de una crónica ya anunciada, no obstante- hacia una reconstrucción que se preveía ya desde la última semana con las salidas de Paul George y Jerami Grant. En su lugar han aterrizado en Oklahoma City una cantidad desorbitada de rondas del Draft sobre las que Sam Presti deberá asentar el futuro del equipo.
Para Westbrook, supone dar un portazo y abandonar el único hogar que ha conocido en la NBA rumbo a Houston, donde coincidirá con una cara más que familiar: James Harden. Una relación que se mantiene a día de hoy, construida durante su adolescencia en Los Ángeles y consolidada a lo largo de los años compartidos en la ciudad de Oklahoma.
En definitiva, un cambio monumental a nivel estructural y deportivo para los Thunder y, sin duda, una píldora muy dolorosa y difícil de digerir para gran parte de los aficionados de la franquicia. Todos estos movimientos han agrandado las arcas de futuro –que, por otro lado, no garantiza el éxito si no son bien gestionadas- de cara a construir un nuevo proyecto, pero suponen un impacto directo muy fuerte: se volatiliza ante sus ojos la última pieza de aquel ‘power-trio’ de ensueño, junto a Kevin Durant y James Harden, que podría haber marcado una época en toda la competición y que, finalmente, se ha ido de vacío.
Incluso las barreras que la personalidad tan fuerte y controvertida de Westbrook han construido a su alrededor no han impedido la gran conexión que se ha creado entre ciudad y jugador. Y romperlas sin dolor no será posible.
Curiosamente, es este propio vínculo entre jugador y franquicia el que ha permitido que la separación sea más asumible, bajo unas condiciones y contexto muy distintos a los de Kevin Durant no hace tanto. A raíz del traspaso –también solicitado- de Paul George rumbo a Los Ángeles, el base siguió sus pasos y los Thunder se comprometieron a facilitar la salida como agradecimiento por tantos servicios prestados. Ha llegado el momento de separar los caminos y ambas partes están convencidas de que es lo mejor.
LLEGA CHRIS PAUL: ¿COMPETIR O CORTAR?
Antes de Westbrook, Chris Paul fue el primer base estrella en construir una conexión real con la ciudad de Oklahoma. Eso sí, por caprichos del destino. Y de la climatología. Paul inició su carrera allí de la mano de aquellos Hornets que tuvieron que mudarse temporalmente a consecuencia de la devastación causada por el huracán Katrina en Nueva Orleans.
Paul guarda buenos recuerdos de aquella estancia e incluso ha declarado que “siempre recordará y estará agradecido a la ciudad de Oklahoma”. A sus 34 años, el nueve veces All-Star regresa a la casilla de inicio, donde tiene la oportunidad de cerrar el círculo. O quizás no.
Con tres años restantes de su contrato por valor de 124 millones de dólares –suponiendo que acepte su player option para 2022-, sus particulares condiciones parecen chocar frontalmente con el rumbo renovador que pretende instaurar Sam Presti en la organización.
Aún así, múltiples fuentes han sugerido que los Thunder cuentan con Chris Paul de cara a la próxima temporada, saliendo al paso de la vertiente que afirma que será cortado más pronto que tarde. O traspasado en febrero. Un núcleo formado por Steven Adams, Danilo Gallinari, adquirido junto con el prometedor Shai Gilgeous-Alexander en el traspaso por Paul George, y el propio Paul puede ser suficiente para luchar por la octava plaza de los Playoffs, aunque, eso sí, muy alejado del éxito de cotas mayores.
Una situación que, sin embargo, no debe ser la mayor preocupación de los Thunder ni su única vía de atención. Actualmente, Presti puede presumir de tener la mayor nómina de rondas futuras del Draft de la historia de la NBA. Su caché de activos se extiende hasta 2026 y, aunque algunas de ellas caerán en el saco de la indiferencia o la improductividad, tarde o temprano otras se convertirán en piezas muy codiciadas y útiles para reconstruir un nuevo núcleo de estrellas. Ya sea vía Draft o como activos para incluir en un traspaso, la flexibilidad disponible otorgará una gran cantidad de alternativas durante el próximo lustro.
Así, los Thunder abrirán la ‘Era post-Westbrook’ bien armados para intentar un nuevo asalto a la élite de la NBA. Una búsqueda dolorosa y que llevará su tiempo pero, a partir de ahora, en Oklahoma City podrán darse el lujo de ser pacientes.