De Flip a Ryan, la era moderna ha llegado a Minnesota
Cuando Sam Mitchell cogía las riendas del equipo, tras el triste fallecimiento de Flip Saunders en ese final maldito de 2015, su intención fue hacer de aquellos ‘young’ Timberwolves un grupo de veteranos sobre la pista. Esos jóvenes lobos que empezaban a vivir sus primeras experiencias en la liga tenían que dejar la edad en el carnet de identidad y saltar a la cancha como un grupo de curtidos veteranos que luchase y diese todo sobre la cancha. Juntar la energía juvenil con la garra y la madurez que otorgan los años de pelarse el culo sobre las canchas. Lanzar al vacío de un nuevo concepto de entendimiento del baloncesto a chavales que dos años antes de pisar el parqué de la mejor liga del mundo disfrutaban tranquilos y relajados del baloncesto en ‘High School’. Y la propuesta tardó en surtir efecto. Pero lo dio, aunque para cuando empezaron a florecer los primeros brotes de esa idea que tenía Mitchell en su mente la temporada regular daba sus últimos coletazos.
La idea era válida. Pero para los primeros años de siglo XXI, en ese entonces ese era el modelo en cada franquicia. Todo ‘hustle’ sobre la cancha como dicen los americanos. Pero en el 2015 la propuesta rompía y se desmarcaba en contra de la nueva corriente que se empezaba a gestar en la NBA. Lo antiguo como modelo en el momento de florecimiento de la era moderna del baloncesto y su nuevo estilo. Y en un alarde de falta de visión global de la competición y sus corrientes, en la franquicia se volvió a apostar por un modelo más similar al de Mitchell con la llegada de Tom Thibodeau al que se empezaba a demandar en la liga si querías competir. Que dejaba la propuesta de Sam en un simple campamento de verano de boyscouts. Redoble en la apuesta por la entrega hasta la extenuación y la lucha en cada pulgada de la pista. Propuesta de juego antiguo con pequeños parches de era moderna que no gustaban a su entrenador pero que aceptaba sin remedio. En su primer año fracasó. Si la propuesta de Mitchell tardó en calar, la de Thibodeau solo obtuvo una respuesta similar a la esperada por el técnico con la llegada de otro enfermo del trabajo como Jimmy Butler la temporada siguiente.
A toro pasado se ha podido observar que aquello fue como reza el refrán, “pan para hoy y hambre para mañana”. Debido que en su segundo año, triunfó de milagro. Minnesota bajo el yugo y mando de Thibodeau volvió a pisar la post-temporada. Pero poco duró la alegría en el estado norteño. Seis meses después, Butler, el hombre que había hecho realidad el sueño y la propuesta de Thibs en los Wolves, abandonaba la franquicia. No sin antes haber removido los cimientos de la franquicia en un culebrón larguísimo por su demanda de traspaso. Y con su marcha, se puso la primera piedra para la salida del técnico. Si el ‘23’ puso rumbo a Philadelphia en noviembre, Tom Thibodeau haría las maletas de su hotel de Minneapolis meses después (en enero) tras su despido.
Todo este tiempo relatado en los párrafos anteriores tuvo un espectador de lujo. Un hombre que vivió de cerca (más imposible) la lucha contra la modernidad que en los cuatro años anteriores se había instaurado en el modelo y estilo de la franquicia. Desde el puesto de asistente técnico, Ryan Saunders (hijo del fallecido Flip) se curtió y formó para dar el paso adelante cuando fuese necesario. Vivió la época de Mitchell y sufrió, como los jugadores, la dictadura militar impuesta por Thibodeau. Y cuando el técnico era despedido ese 6 de enero de 2019, la franquicia dudó poco en nombrar un nuevo sustituto. El heredero al puesto de Flip tomaba cargo de los mandos de la plantilla cuatro años después de su fallecimiento. Un nuevo Saunders reinaba en Minnesota.
Y su llegada supuso una liberación. Supuso una ruptura total con lo anterior, un cambio en mentalidad, en visión de juego, en trato con el equipo, Ryan trajo algo nuevo en todo. Con características propias y típicas de su padre, pero con la nueva visión que proyectan unos ojos jóvenes y abiertos a nuevas formas y modelos de baloncesto. Sin saberlo, en Minnesota, con su llegada se puso el primer pie de entrada a la nueva era moderna de la NBA. Lastimosamente, las lesiones no le han permitido trabajar y desarrollar sus ideas en temas que atañen a la pelota naranja en sus primeros meses. Pero ha creado un vínculo con la plantilla durante estos meses. Van a muerte con él sin necesidad de trato militar y relaciones de coronel y sargento.
En el estado norteño han visto la luz de los focos de esta nueva era, y corriente, del baloncesto. Llegan unos años tarde a ella, pero han llegado. Y en su reconocimiento del ambiente y modelo a seguir, quien sino mejor para liderar la entrada a esta era que Gersson Rosas. Discípulo de Dareyl Morey. Rosas a su llegada a la ciudad ha dejado claro que llega a Minnesota para hacer de esta franquicia una de las mejores y para ello trabajará codo con codo con Saunders para adaptar y convertir a la organización en una nueva y moderna estructura que facilite y coloque en buena disposición al equipo, al saltar a la cancha, para conseguir llegar lo más lejos posible.
Con la marcha de Flip, se dio inicio a la etapa de nadar a contracorriente, de vivir e intentar ganar sin el molde moderno. Los 90’s en el 2015, el orden ordenado en la era del desorden coordinado, Minnesota en la máquina del tiempo y de regreso al pasado cuando todos tomaban impulsores para acercarse al futuro. Y ha sido con la llegada del primogénito, con Ryan Saunders, cuando las máquinas del tiempo han quedado en desuso, cuando el regreso al pasado ha sido sucedido por el regreso al futuro, cuando los Timberwolves dan el paso a la nueva era.
Su reto en Minnesota será el de la creación de una nueva idea de juego y de estilo en el equipo. De la mano de Rosas, la creación de un estilo característico de la era que se vive será el objetivo número uno. Para eso llegó el colombiano a la gerencia y por ello ratificó en el puesto de entrenador a Saunders hijo. Un binomio que supone una nueva era en el estado norteño. Tiempos pasados quedaron atrás. Bienvenidos al baloncesto del siglo XXI, Minnesota.
Imágenes vía NBA
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