36 años del partido denominado como ‘THE HEAT GAME’
El 8 de Junio de 1984, la costa noroeste de los Estados Unidos estaba siendo azotada por una terrible ola de calor. Las altas temperaturas serían uno de los factores que condicionarían el desarrollo del quinto encuentro de las finales de 1984, que se debía disputar en el vetusto Boston Garden.
El contexto de la final era importante para comprender la trascendencia de lo que allí se estaba jugando. Era la primera vez en la década que los dos equipos con más éxitos de la historia se enfrentaban entre sí en una final. Era el primer duelo Magic-Bird en una final, eran los viejos fantasmas de la rivalidad Celtics-Lakers que volvían a flotar en el ambiente del Boston Garden.
La serie estaba igualada (2-2). Los Lakers habían desaprovechado una magnífica oportunidad de «sentenciar» la final cuando un robo de Gerald Henderson desbarató lo que podría haber supuesto un 0-2 para el cuadro angelino. Los Celtics por su parte habían regresado de los infiernos tras haber sido barridos en el tercer partido y haber dado una demostración de carácter para imponerse en el cuarto después de una prórroga.
En el exterior los termómetros marcaban 36º, e incluso unas horas antes del partido se alcanzaron los 40. Dentro del viejo Boston Garden la sensación térmica provocada por la propia temperatura y por las 14.890 almas que asistían al partido hacían el aire irrespirable. Las mangas de tirantes predominaban entre el mosaico que componían los aficionados de los Celtics.
En estas circunstancias saltaron los dos equipos en busca de un triunfo que dejara al vencedor a un paso de la conquista del título. La primera parte del partido fue tremendamente igualada, llegándose al descanso con ventaja de dos puntos del conjunto local (56-54). A medida que iba transcurriendo el partido, los jugadores de los Celtics hicieron buena la máxima que dice » las especies que sobreviven no son las más fuertes, sino las que mejor se adaptan al cambio».
Para comprender los procesos que ocurren en estas circunstancias habría que enumerar algunos de los fenómenos que se desencadenan en nuestro organismo: incremento de la frecuencia cardiaca, dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, incremento de la sudoración, reducción del flujo de sangre oxigenada que llega a nuestros órganos y tejidos…
En este escenario los Celtics se adaptaron mejor a las circunstancias y poco a poco fueron abriendo brecha en el marcador. La imagen de Kareem Abdul-Jabbar con una máscara de oxígeno en el banquillo dio la vuelta al mundo, y fue un fiel reflejo de lo relatado. Kareem falló 18 de sus 25 lanzamientos y Magic anotó tan sólo 10 puntos con un 33% de acierto. Desactivadas las dos puntas de lanza del eterno rival, el camino se despejó para los orgullosos verdes.
Entre todos los jugadores de los Celtics emergió la figura de Larry Bird, que dio una exhibición de lo que significa el dominio de la mente sobre la materia. Cuando su cuerpo enviaba unas órdenes al resto del organismo, su mente enviaba otras contradiciendo las primeras. Larry Bird jugó ignorando todo los agentes externos que había alrededor de aquel partido. Su tarjeta de visita al final del partido reflejó que había jugado 42 minutos dejando unas cifras de 34 puntos y 17 rebotes, y 15 canastas en 20 intentos (incluidos dos triples sin fallo).
«Suelo jugar en estas condiciones cuando regreso a casa. Es como si estuviera jugando en verano en la offseason«.
Los Celtics barrieron a sus rivales en el segundo tiempo (121-103) y se llevaron un partido que sería fundamental a la postre para colgar la bandera número 15 de las vigas del Boston Garden. Aquel partido pasó a la historia como ‘the heat game’. Pat Riley no pudo resumir mejor la actuación de Larry Bird:
«El hombre que marcó las diferencias fue Larry Bird. Estuvo extraordinario. Hizo todo el trabajo, fue el catalizador de su equipo, el encargado de que todo funcionase correctamente. Es lo que hacen los grandes jugadores cuando se ponen al frente de sus equipos«.
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