Los Raptors se proclaman campeones de la NBA 2018/19
Masai Ujiri no se anda con chiquitas desde su oficina de ‘General Manager’ de los Toronto Raptors. Tenerle enfrente en una negociación siempre ha sido sinónimo de sufrir mucho. Siempre buscando lo mejor para su franquicia. Siempre atento a cualquier oportunidad del mercado para aprovecharla. Siempre buscando hacer de los Toronto Raptors un equipo que pelease con los mejores por el anillo. Y sin importarle nada más, que eso, que hacer de los Raptors una franquicia importante en la liga.
Por que cuando Masai decidía traspasar a Demar DeRozan por Kawhi Leonard y Danny Green, con ambos siendo ‘expirings’, Ujiri sabía que la apuesta se reducía a una carta. Y con Leonard tras un año entero sin jugar. Te podía salir la mejor carta de los últimos años o un experimento desastroso. Lo que si quedaba claro es que era todo a una. Y cuando a mitad de temporada, con el proyecto dando brotes verdes, se cambiaba a otro pilar de los últimos años como Jonas Valanciunas por Marc Gasol (que también es expiring) la apuesta a una sola carta aumentaba. Y para rematar el asunto, todo este proyecto en manos de un entrenador principal novato en el puesto. A cualquiera que le hubieses preguntado en septiembre si veía a los Raptors ganando el anillo, con todos los condicionantes, el pronóstico no hubiese sido muy favorable.
Pero Masai, lo ha hecho. Ha conseguido el objetivo que tenía marcado tantos años y por el que tanto ha trabajado. Los Toronto Raptors pueden presumir de haberse hecho con un anillo. En su camino, Orlando Magic, Boston Celtics, Milwaukee Bucks y Golden State Warriors. Y en su hazaña, como toda buena historia, un héroe. O mejor dicho, un «cyborg». Por que Kawhi, se ha echado al equipo a las espaldas durante todos los playoffs. Elevando su nivel de juego en ambos lados de la pista hasta niveles de persona no-humana. Los Raptors reducidos al «heroe-ball» más extremo, cuando peor pintaban las cosas. Ni las lesiones cambiaron el plan. «Kawhi-sistema» ante todo y contra todo. La apuesta dio como vencedor a Ujiri.
Sin embargo, no podemos dejar de lado a el resto del equipo. Desde el jugador que ni ha entrado, hasta el que más disputo. Kyle Lowry, el “pecho-frío” que a la hora de la verdad siempre se achicaba, Danny Green, y su escopeta letal desde el triple, Pascal Siakam, el alma camerunesa, Marc Gasol, la experiencia y la inteligencia del español, Fred VanVleet, el corazón de la segunda unidad, Norman Powell, el de los mates lujosos, Serge “Iblocka”, la garra defensiva y el de los “ganchitos”. Todos, han demostrado que el equipo va por encima de su ego. Todos sabían a que habían venido, lo que estaban luchando, lo que iban a lograr, no solo por ellos, por una ciudad, por un país, por un mundo lleno de aficionados que se convierten en familia aunque ni se conozcan. Eso es lo que identifica a los Toronto Raptors, que son todos, o ninguno, si uno se cae, todos lo levantábamos, si uno la mete, todos lo celebramos.
No fue nada fácil llegar a donde llegaron, miles de obstáculos se pusieron enfrente. Empezando cuando año tras año se los acusaba de ser una “franquicia perdedora” cuando quedaban eliminados en manos de Lebron James. Ser acusados de no tener respeto hacia sus jugadores cuando trasparon a Demar Derozan. Darlos por muertos, cuando veían a los rivales que se enfrentaban. Siempre, con el viento en contra, luchando contracorriente, lo han logrado.
Hoy no lo dimensionamos, pero lo que ha pasado esta noche, es historia. Historia de la que podremos contar, el decir que hemos visto como un equipo, que por primera vez llega a unas finales, cuando la mayoría decía que iban a perder debido al equipo al que se enfrentaba, unos Golden State Warriors que son una de las mejores dinastías jamás vistas, un equipo que arrasaba e iba a por todas a por su “three-peat” y convertirse en más históricos aún. Pero aparecieron ellos, tan fríos como Toronto, tan encendidos como el sol en California para dar vuelta la tortilla. Para demostrarle al mundo que la estadística está para romperse. Que aunque haya un porcentaje mínimo de posibilidad, con trabajo y lucha, se puede lograr.
Me quedo con la frase de Kyle Lowry en su entrevista que dice: “Todos me han criticado, y si les hubiera hecho caso, hoy no estaría aquí, por eso, nunca le hagas caso a alguien que te dice que no puedes”.