¿Es Caitlin Clark la jugadora que lo cambiará todo en el baloncesto femenino?

De que Catlin Clark es una jugadora diferencial no cabe la menor duda. Las sensaciones que transmite partido tras partido es de una superioridad apabullante. Coincidiendo con la exhibición en las semis de la Final Four de la NCAA y a pesar de la derrota en la final, repasamos sus números y su impacto en el juego del equipo.

La jugadora de Iowa Hawkeyes acumula en sus tres años en la universidad un total de 27.1 puntos por partido, 7.1 rebotes y 7.9 asistencias, habiendo aumentado su productividad considerablemente esta temporada que le ha valido para ser la mejor jugadora nacional del año.

Además, ha disputado la primera final de la historia en el programa de las Hawkeyes, superando la mejor marca anotadora de una jugadora en la historia y la de más triples en una final. Sus 30 puntos y 8 asistencias no valieron para vencer a LSU, pero su torneo al completo, la manera de gestionar y manejar los partidos y la máquina anotadora en que se ha convertido, nos hacen pensar que el techo todavía está lejos para la joven jugadora. Sus partidos se ven por millones de espectadores y el hype es brutal para una junior de una universidad pequeña.

 

Pero, ¿son realmente impactantes sus números para esta fama mediática?

Después de enfrentarse a South Carolina para meterse en la gran final, nos ha quedado claro que no nos equivocaremos si calificamos a Clark como una de esas jugadoras generacionales que pueden cambiar este deporte. Y no solo porque tira y mete triples y eso nos recuerda a otros jugadores que han revolucionado el baloncesto, es la sensación de absoluto control que destila en toda la cancha, tanto en defensa como el ataque, como si el arte de manejar los tempos de lo que sucede y no sucede durante los cuarenta minutos de un partido los moviera con una varita mágica a su favor.

Meter 41 puntos, dar 8 asistencias y coger 6 rebotes puede que sea la actuación más espectacular en unas semis pero nada que ver con el control del tempo del partido, lo que debe y no debe pasar, la imposibilidad del rival de cambiar el signo de lo que sucede, la incapacidad para que la paren y lo que comprenden sus compañeras que hay que hacer mientras basculan a su alrededor.

Ejerce un control incontestable en un campo de basket. Si bien es cierto que la final ha sido un partido extraño, con demasiadas interrupciones y decisiones polémicas, su esencia en muchos minutos de juego ha quedado plasmada. Triples imposibles, asistencias en transición y liderazgo. Poco más se puede pedir de una jugadora que absorbe el 64% de la producción ofensiva del equipo. Ahí queda ese dato.

 

 

 

 

Puede que nos equivoquemos. Le falta un año para acabar su prometedora carrera y pasar a profesional y más de un equipo se tiene que estar frotando las manos porque no se ha visto nada igual en la historia de este deporte.

¿En qué nos basamos? ¿En los triples desde el logo? Para nada. Los triples son una evolución del juego y la mejora, una constante. Ahora bien, si el triple se convierte en una forma de control del partido, del uso de los bloqueos y pantallas para asistir, de ventajas continuas en ataque, y en defensa, robas balones, provocas faltas y controlas lo que sucede, entonces nos encontramos ante una jugadora diferencial, como nunca hemos visto.

Breanna Stweart, Cheryl Miller, Sheryl Shoopes, Maya Moore, Diana Taurasi o Sue Bird entre muchas otras, dominaron el deporte universitario, siempre bien rodeadas y los 4 títulos de Breanna difíciles de igualar por ninguna otra jugadora y, sin embargo, la base de Iowa podría cambiar este deporte tan bello, de formas nunca vistas, tanto por impacto mediático como por juego, algo parecido a lo que significó la aparición de Stephen Curry en el baloncesto masculino.

¿Era o es el mejor jugador de todos los tiempos? Quizás no, o sí, quién sabe dentro de unos años, pero lo que es innegable es el impacto en una forma distinta de entender el baloncesto, más dinámica, más efectiva, más atractiva y que conecta mejor con el espectador.

Eso ofrece Caitlin y así debe ser entendido el día que alguna franquicia de la WNBA se haga con sus derechos. Por eso, y mientras el tiempo no nos quite la razón, desde el Perímetro creemos en Caitlin Clark y en el impacto para el deporte femenino que puede provocar y que, en cualquier caso, será positivo. Después el baloncesto pondrá en su sitio a cada una. Mientras tanto, seguiremos disfrutando de ella y le desearemos toda la suerte del mundo para que continúe su camino.

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