Mark Alarie fue un jugador de Duke a mediados de los años 80’s, siendo bastante destacado dentro de la liga universitaria. Tuvo varias apariciones en el First-Team All-ACC, ganándose un nombre en todo el país como uno de los mejores ala-pivots de su generación.
En el draft de 1986, le llegó la oportunidad de ir a la NBA siendo una elección de primera ronda. Los Denver Nuggets confiaron en él y comenzó allí su carrera profesional. Luego pasaría por los Washington Bullets, jugando ahí a su mejor nivel desde que llegó a la liga. Sus números subieron hasta 10.5 puntos y 4.6 rebotes, pero no pudo terminar su carrera de manera natural.
Los problemas en las rodillas impidieron que Mark llegara a ser un jugador veterano. A los 27 años tuvo que dejar su carrera de lado, siendo imposible recuperarse para aguantar el ritmo físico del baloncesto de primer nivel. Aunque sigue teniendo una esperanza de que el apellido Alarie quedé grabado en la historia del deporte de la pelota naranja: Su hija.
Bella desde muy pequeña que mostraba grandes dotes. En el instituto conseguía dominar, siendo una de las jugadoras más destacadas gracias a una línea estadística de 28 puntos, 15 rebotes y 5 tapones por partido. Todos los encuentros se su última temporada fueron registrando un doble-doble de puntos y rebotes, siendo un arma fiable debajo de los aros. En Washington DC a nivel de formación, Bella Alarie se encontraba siendo catalogada como la mejor en su posición de forward para USA Today y todos los quintetos de la temporada 2015/16 en el Estado.
Cuando tuvo que dar el paso a la NCAAW, eligió jugar para las Princeton Tigers. El lugar en donde consiguió seguir creciendo a pasos agigantados ganando el premio a mejor novata de la Ivy League, entrando también en el mejor quinteto de la conferencia. Aunque su carrera universitaria tuvo ha tenido pequeños problemas de discontinuidad que pueden asustar sabiendo el historia del padre.
Aún luchando con no jugar temporadas completas, se convirtió en la primera jugadora de la Ivy League en ser nombrada AP All-American en diferentes ocasiones, marcando diferencias y haciendo historia, aunque no fuera a nivel nacional sino en su conferencia. Además de ser nombrad finalista para diversas distinciones como el Becky Hammon Mid-Major Player of the Year.
Su etapa en Princeton terminó con 16.1 puntos, 9.1 rebotes, 2.5 asistencias, 1.1 robos y 2.3 tapones, haciendo media de todos los cursos que pasó hasta no poder finalizar el año serior por culpa del coronavirus. Sus porcentajes de 48% en tiros de campo y 34.8% en triples son buena señal de que no ha necesito gran volumen de tiros para hacer una temporada junior de 22.8 puntos de media.
En la mayoría de las simulaciones del Draft 2020 se la incluye al final de la primera ronda. En esta misma web, se la colocó como penúltima elección para las Seattle Storm. Una franquicia donde podría aportar profundidad desde la segunda unidad, teniendo oportunidad de competir por el anillo desde su llegada a la WNBA. Aunque las otras opciones más posibles son Phoenix Mercury o Washington Mystics.
Es muy probable que de caer al final de primera ronda tenga muy difícil ser titular desde el principio o incluso tener participación. Las plantillas de las contenders suelen buscar mucho menos margen de error. Por lo que pensando en el desarrollo individual puede beneficiarle más salir drafteada más atrás por las New York Liberty o Dallas Wings. Unos proyectos en busca de piezas de futuro siempre son más abiertos a probar jugadoras talentosas e ir corriendo sus carencias con el tiempo. Seattle, Phoenix o Washington quieren la perfección para sumar un campeonato.
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