Tamika Catchings, una vida en silencio

El baloncesto, el deporte y la vida en general se mueven entre historias de sobra conocidas, poderosas narrativas que nos muestran a personas extraordinarias en situaciones extraordinarias consiguiendo hitos fuera de lo normal.

También existen pequeños relatos que encumbran a deportistas por un motivo concreto, única y exclusivamente por la traba de vivir con una limitación distinta a la del resto de personas, pero que ni impiden ni excluyen su grandeza. Esta es una de esas historias que empieza con una niña de siete años y una elección que le acompañaría el resto de su vida. Ella es Tamika Catchings, una de las jugadoras más influyentes y prestigiosas de la WNBA y del baloncesto mundial. Y esta es su vida, en silencio.

Tamika parecía destinada a ser grande en los deportes. Hija de Harvey Catchings, un destacado jugador profesional en la NBA de los años 80 de más de dos metros de altura, que había jugado en Italia junto a otro gran jugador, Joe Bryant, padre de Kobe, amigo de Tamika. El futuro parecía marcado para ellos.

 

ESPN on Twitter: "7-year-old Tamika Catchings and 8-year-old Kobe Bryant in Rome in 1986. Just the beginning of two incredible stories. https://t.co/PtYEzPLGkE" / Twitter

 

 

Pero desde que tenía 3 años le diagnosticaron un deterioro auditivo importante que le dificultaba la escucha y el habla. Unos aparatos le ayudaban a oír y la alejaban de una vida normal para una niña pequeña.

Cuando cursaba segundo grado en la escuela, con siete años, decidió que era suficiente, que no sería la niña rara con aparatos a la que insultar y menospreciar. Los tiró y aprendió a desenvolverse en el silencio, leyendo los labios, atendiendo a la situación y al momento y, de pronto, se sintió integrada.

Sí. Le costó enormemente encubrir su dificultad auditiva, pero eso le hizo centrarse en los deportes y en tratar de ser la mejor sin que mediara una disfunción que ella no había elegido. Ese tremendo esfuerzo por desenvolverse en un mundo que funcionaba en otra onda le sirvió como estímulo para sobreponerse y centrarse todavía más en ser una deportista de élite. Tal fue su compromiso con el deporte que en su época de instituto firmó un quíntuple doble, único en la historia, con 25 puntos, 18 rebotes, 11 asistencias, 10 robos y 10 tapones.

Mantuvo oculta su dolencia, ese silencio que la acompañaba continuamente, hasta llegar a la prestigiosa Universidad de Teeneesee. Fue su entrenadora Pat Summit quien sacó a relucir el problema de Tamika, porque le costaba entender jugadas que preparaba y se percató en que la joven freshman sufría algún tipo de dificultad cognitiva. Le hizo recapacitar sobre su condición y exponerla ya que sería más ventajoso poder mostrarse al mundo tal cual era e, incluso, en un futuro, poder inspirar a otras mujeres con dificultades como ella.

Tamika retomó su aprendizaje, asumió esta condición e impulsó su conocimiento para que sirviera de ejemplo, y es que el deporte rompe barreras que parecen imposibles de cruzar y nos muestra a personas normales o incluso con algún déficit que compensan de sobra con actitud y predisposición a superar el obstáculo.

La parte deportiva de Tamika Catchings es de auténtica GOAT, con un palmarés al alcance de muy pocas. Campeona de la NCAA en 1998 formando parte del equipo invicto (39-0) de las Lady Vols junto a Chamique Holdsclaw y Semeka Randall apodadas las «meeks».

 

Tamika Catchings, Fever beat Lynx, win first WNBA title

 

 

Campeona de la WNBA en 2012 con Indiana Fever, con el que permaneció todas su carrera. MVP de esas finales. MVP en 2011. 10 veces ALL-STAR. 7 veces en el mejor quinteto de la temporada de la WNBA. 5 veces mejor defensora del año. 10 veces en el mejor equipo defensivo. 8 veces máxima líder en robos de la liga. 4 veces oro en JJOO con el team USA (2004, 2008, 2012, 2014) y 2 oros en campeonatos del mundo. Múltiples galardones a lo largo de su carrera que la hicieron ingresar en el Hall of Fame y ser incluida entre las 25 mejores jugadores de toda la historia de la WNBA. Casi nada.

Y lo que es más importante, una lección de vida, una historia que contar, un ejemplo a seguir. El deporte a veces no cura las heridas, pero engrandece a quienes muestran las cicatrices y se encumbran a lo más alto a pesar de ellas. Tamika vivió en silencio y gritó en una cancha de baloncesto. No puede existir mejor mensaje. Benditas pequeñas historias.

 

 

 

 

 

Imágenes vía: AP, ESPN y Tochbearer

 

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