El inicio de temporada de Atlanta Dream está siendo un cambio de guion drástico en la franquicia. Vienen de unos años bastantes malos, y el curso pasado quedaron con un récord de 8 – 24 en la penúltima posición de la tabla.
En el 2018 las de Georgia dominaban en la Conferencia Este y fueron el segundo mejor equipo de la liga, pero desde ese año que no superan las 8 victorias. Han sido unas temporadas muy difíciles y donde las cosas no han funcionado. Desde una copropietaria que disgustaba a toda la liga hasta peleas entre las jugadoras pasando por movimientos en el mercado sin mucho sentido.
Ahora en el 2022 empezaron con un 7 – 4, siendo el mejor inicio de estos últimos años y es que los cambios que ha vivido el equipo le están sentando muy bien. El giro que han dado lleva a un cambio de paradigma completo. Desde la directiva hasta la plantilla, también con una nueva entrenadora. Todo en Atlanta es distinto y los resultados demuestran que ha sido muy positivo el reajuste que ha tenido toda la estructura.
El primer nombre que hay que destacar y seguramente el más importante es Renee Montgomery, quien es la propietaria junto a un grupo de inversores. El impacto que está teniendo ella y su equipo de trabajo es brutal, mostrando un compromiso increíble en el día a día de la franquicia y dando una energía muy especial al proyecto.
No solamente está involucrada en las oficinas y todo lo que conlleva estar a los mandos de un equipo de la WNBA, sino que en los partidos está a pie de pista apoyando como la que más.
En Atlanta tenían muchos problemas desde las altas esferas con Kelly Loeffler, y la situación actual es todo lo contrario. Para que una franquicia funcione tiene que estar todo en perfecto equilibrio y eso lo que ha hecho Montgomery desde el primer día. Las Dream necesitaban a alguien como ella para poder revertir la compleja encrucijada en la que estaban metidas como organización.
Después tenemos a Tanisha Wright en el banquillo tras haberse ido Nicki Collen y una nueva estrella en la plantilla como Rhye Howard, que a pesar de ser ambas rookies en lo suyo están siendo vitales para que Atlanta haya tenido una mejora tan radical.
Luego tenemos movimientos con sentido a la hora de construir la plantilla, como las llegadas de Erica Wheeler o Cheyenne Parker. Además de haber traspasado a las jugadoras que habían tenido conflictos extradeportivos la temporada pasada para crear un buen ambiente.
Todo eso ha hecho que la ciudad de Atlanta disfrute, algo que se nota con los sold out que han tenido en el pabellón. La conexión con la afición es mucho más fuerte que los últimos años y todo está yendo sobre ruedas.
La temporada es muy larga y todavía pueden pasar muchas cosas, pero después de lo visto cursos anteriores tener este inicio es motivo de alegría. Montgomery no solo es la muestra de que invertir en el deporte femenino merece la pena, sino que también es la pionera entre las exjugadoras dando el paso a ser propietaria de un equipo.
Montgomery está dando un paso muy importante en la liga y abriendo un camino que era necesario que empezara a recorrerse por parte de las atletas una vez retiradas.
«Mi sueño se ha hecho realidad. Romper las barreras para las minorías y las mujeres al ser la primera ex-jugadora de la WNBA en tener una participación en la propiedad y un rol de liderazgo en el equipo. Es una oportunidad que me tomo muy en serio» fueron las palabras de Renee al ocupar su puesto actual, y es que su figura es un antes y un después en el mundo del baloncesto femenino.
Imágenes vía: Getty Images
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