La oda a la pasión de Vega Gimeno

Todavía cuesta asimilar todo lo que se vivió en Zaragoza durante los días que duró la Copa de la Reina en el Príncipe Felipe.

Una competición que entra por la puerta grande a los libros de historia del deporte español por una infinidad de razones.

Entre miles y miles de momentos icónicos para el baloncesto femenino, hay uno que tiene todo lo necesario para ser algo que se recuerde para toda la vida.

Vega Gimeno hizo una oda a la pasión y sin estar en la pista los minutos finales antes de lograr el título, estuvo igual de presente que siempre.

La capitana del Casademont venía de hacer una actuación sobrehumana contra el Valencia Basket para conseguir que el equipo local estuviera luchando por ganar la Copa en la última parada de un viaje mágico para la ciudad.

Vega logró estar en lo más alto y ser el centro de atención de un pabellón casi lleno. Momentos de alegría, de celebración, de comunión con la grada y de saber que estaba siendo parte de algo muy especial.

En la gran final del domingo no podía ser diferente, ya que se estaba dando todos los ingredientes para que el baloncesto femenino fuera lo más importante de una ciudad como Zaragoza, que está sobre los 700.000 habitantes.

Una gran parte de la población de la capital aragonesa estaba con los ojos y el corazón puestos en lo que hiciera el grupo liderado por Gimeno en los 40 minutos que las separaban de la mayor gloria posible.

Durante la final, Vega tuvo que salir de la pista descalificada y crear una atmósfera que es difícil de describir con palabras.

Gimeno llorando en el banquillo con todas sus compañeras y su cuerpo técnico mostrándole su apoyo, y lo más importante, con un pabellón que había hecho sold out de entradas coreando su nombre sin parar. Los aplausos de Gimeno antes de retirarse al vestuario fueron algo que se te queda grabado en la mente.

 

 

 

La pasión de Vega en los momentos efusivos es bastante conocida, pero verla como sufre así por no poder ayudar a las suyas en la cancha es algo que parece sacado de una película.

Desde el momento en el que Gimeno tuvo que abandonar el partido, las jugadoras del Casademont dieron un paso al frente para sacar su mejor versión durante la final. Sin estar con ellas, el espíritu competitivo y pasional de Vega se quedó con su equipo.

La capitana desde antes de sonar el pitido final, viendo que la Copa estaba cada vez más cerca, estaba mirando desde la lejanía como estaba a nada de cumplir un sueño.

Más de 10.000 personas en el pabellón y varios miles más desde sus casas estaban empujando al igual que lo hacía Vega desde fuera.

Una historia que no podía terminar de otra forma que no fuera con la capitana de Zaragoza levantando el trofeo y siendo parte de la gran celebración que estaba viviendo la ciudad. Con todos los aficionados gritando su nombre y ella haciendo una reverencia desde la cancha. En pocas palabras, una de las cosas más bonitas que se vivieron en la Copa.

 

 

 

“Muchos de los sueños al principio parecen imposibles, luego parecen improbables, y luego, cuando se da absolutamente todo es cuando se vuelven inevitables”.

 

 

 

 

Imagen vía: FEB

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