Bella Alarie y una preparación exquisita para la WNBA

El nombre de Bella Alarie pudo ser uno de los que más sorprendiera a la hora de salir elegida en el Draft 2020. Estaba pronosticada al final de la primera ronda, pero las Dallas Wings se la quedaron en la quinta elección.

La alero formada en Princeton tiene un perfil muy similar a la segunda elección del mismo equipo, Satou Sabally. Ambas serán de las jugadoras más altas de la plantilla, por lo que la apuesta de las texanas por la versatilidad es más que clara. Con la estatura de 1’93, pueden ser un gran factor en la construcción de los sistemas de Brian Agler.

Alarie desde su primera temporada universitaria demostró que es capaz de tener un gran impacto en todos los aspectos del juego. No solo fue cuestión de ventajas físicas, sino una gran forma de saber entender el baloncesto.

Como freshman, sumó en todas las casillas de la estadística con 12.6 puntos, 8 rebotes, 2.1 asistencias, 1.1 robos y 1.7 tapones. Unos números que seguramente hubieran dado para ser una elección de primera ronda, pero le quedaba todavía tiempo para seguir creciendo como jugadora hasta aumentar su efectividad en todos los aspectos.

No es habitual una jugadora tan alta y con tanto margen de impacto en el juego, siendo muy llamativa prácticamente desde que empezó a despuntar en la NCAA.

En la temporada sophomore mejoró en todo, pero principalmente fue notorio en el juego interior. Subió hasta 9.4 rebotes y 2.6 tapones, aprovechando mejor su tamaño a la hora de ocupar la pintura. Ese año fue nombrada la Ivy League Player of the Year. Bella ya no era la mejor prospect de su equipo, sino que se convirtió muy rápido en la más destacada de una conferencia. Aunque es cierto que no hablamos de la Pac-12 o una de las más mediáticas, pero con eso le iba a sobrar para seguir construyendo su camino hasta ser profesional.

Sus cursos junior y senior fueron con un total de 36 partidos, pero siguió aumentando su nivel de juego y con él sus estadísticas. En el 2018/19 tuvo más minutos que el año pasado, haciendo 22.8 puntos, 10.6 rebotes, 3.4 asistencias, 1.2 robos y 2.8 tapones. Una auténtica locura de temporada. Aunque siendo senior bajó un poco. Aún así, ambas temporadas fue la mejor de la Ivy League y se pronosticaba que fuera una primera ronda bajo cualquier concepto.

La sorpresa pudo saltar cuando las Wings la eligieron tan alto viniendo de una conferencia tan pequeña. Desde Dallas se fijaron solo en la actriz y no en el decorado, por lo que tienen argumentos de sobra para haberla drafteado por encima de otros nombres llamativos como Ruthy Hebard de Oregon Ducks o Megan Walker de Connecticut Huskies.

En parte se podría decir que Bella ha abierto las puertas a que desde la Ivy League u otras conferencias menores se pueda dar un gran salto a la WNBA. Hay menos cámaras apuntando a una jugadora en ese escenario, pero cuando existe talento siempre acaban llegando interesados aunque el escaparate no sea el más bonito.

Además, Alarie ha tenido una gran ventaja sobre el resto de novatas durante esta cuarentena. Todos los días ha podido entrenar a un buen nivel, algo que no ha estado al alcance de casi ningún deportistas.

Su padre, Mark Alarie, siendo ex-jugador de la NBA y un gran apasionado del baloncesto ha estado apoyando a Bella en estos meses sin dinámica de entrenamientos colectivos. En su casa tienen media cancha en el patio trasero, por lo que han sido muchas las horas que le han dedicado a seguir perfeccionando aspectos del juego en la rookie de Dallas.

Tras 325 partidos entre Denver Nuggets y Washington Bullets, además de una buena etapa en los Duke Blue Devils, Bella tiene en su casa a alguien que le ha enseñado el oficio desde joven. Al verla jugar se nota desde joven que tiene cosas muy pulidas en sus movimientos y toma de decisiones, siendo el reflejo de llevar toda la vida con un padre profesional en el mismo deporte que ella practica.

Por otro lado, Alarie ha mantenido todo este tiempo grandes limitaciones a la hora de su rutina diaria para evitar contraer el virus bajo ningún concepto. No estar presente en su primera temporada como profesional no está entre sus planes, y eso ha hecho que muchas horas se dediquen en su día a día en la media pista de su casa.

Este aislamiento que ha realizado también le ayudará a nivel psicológico, dado que en Florida cuando se reúnan todas las franquicias lo más probable que es lo hagan en una burbuja sin contacto apenas con el mundo exterior.

Bella es una de las rookies que llega más preparada a nivel físico y es muy probable que también a nivel mental. Ha tenido unos meses extra para aprovechar a suprimir sus dudas consultando con su padre cualquier concepto que no tuviera claro para empezar su dinámica como profesional.

Las Wings buscan en Alarie y Sabally unas jugadoras diferenciales y que puedan formar un tridente letal junto a Arike Ogunbowale. Una oportunidad dorada para Bella de poder conseguir un rol importante desde su llegada a la liga y que tiene que saber aprovechar al máximo para convertirse en una estrella de la WNBA. Tiene casi todo a su favor, por lo que tiene que saber navegar en estas aguas teniendo en sus manos ‘el cuaderno de bitácora’ que escribió su padre durante su carrera.

Es complicado llegar con un escenario tan idílico como el de Alarie, y es muy poco probable que en Dallas se arrepientan de haber elegido en una elección tan alta a una jugadora de una conferencia menor. Son muchos los factores externos a su calidad lo que hacen especial a Bella y las Wings tendrán que saber desarrollarla, junto a las otras jóvenes, para construir un proyecto que aspire al campeonato y creado desde la nada con elecciones del draft tras haber perdido a Liz Cambage y Skylar Diggins-Smith. Un trabajo que tendrá mucho mérito en el caso de llegar a buen puerto dentro de unos años.

 

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